Pregunta para Cortes de Castilla-La Mancha

Ser una mujer de 30 años no me impide tener cáncer. ¿Cuándo se dejarán de menospreciar los síntomas de cáncer de mama en mujeres jóvenes?

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Aida Sanz Domínguez Pregunta de Aida Sanz Domínguez

Hola,

Me llamo Aida, tengo 30 años y desde el mes de enero lucho contra un cáncer de mama en estadio muy avanzado. En diciembre acudí al médico por primera vez a consecuencia de una fuerte hinchazón en el pecho, pero siempre lo trataron como una mastitis, y así me medicaron desde enero, para una mastitis. Hasta que se dieron cuenta de que la medicación no estaba surtiendo efecto. Si hubiese explorado otras vías, quizá ahora no me enfrentaría a un cáncer tan agresivo ni a los fuertes efectos adversos que están por llegar.

Mi pecho se empezó a hinchar, se endureció y enrojeció, y lo trataron como una mastitis. Pero el tratamiento para la infección no daba resultado. Me hicieron entonces otras pruebas en búsqueda de pus o de algún signo que confirmara la infección, pero lo cierto es que no encontraron signos claros para asegurar que estábamos ante un caso de mastitis. Y así hasta que, tras una segunda biopsia, me llamaron del hospital y me citaron. Permitieron que mi pareja entrase conmigo a consulta (a pesar de las restricciones en tiempo de Covid) y allí me lo dijeron: habían encontrado un tumor maligno en el pecho. Días después la oncóloga me comunicó que me habían detectaron un Carcinoma ductal infiltrante HER2, en estadio 3,5. El tumor se había extendido por toda la superficie de la mama y superaba ya los 5 centímetros.

Está en un estadio muy avanzado. A día de hoy acabo de recibir el primer ciclo de quimioterapia, de los 6 ciclos a los que me someteré. Y hasta el día 16 de marzo no pueden confirmar si tengo metástasis en otras partes del cuerpo, porque ya me han advertido que es posible o probable que la tenga. Aun así, ahora solo toca esperar para ver cómo evoluciona todo.

No es nada fácil que con 30 años te digan que tienes cáncer. Con 30 años no es fácil asimilar que se va a caer el cabello, que te extirparán un pecho, o que ya no podrás tener más hijos. Pero la vida me ha puesto esta prueba en el camino, y por suerte cuento con el apoyo de mi familia y mi pareja.  

Pero, ¿sabéis qué? Lo primero que me viene a la mente es resaltar que por tener 30 años no estoy libre de enfermedad ni libre de cáncer, aunque los médicos lo asuman como tal. ¿Qué hubiera ocurrido si hubiesen explorados otras vías, si me hubiesen emplazado a otro tipo de pruebas? Mi cáncer se presentó como una mastitis, sí, pero desde un primer momento en el hospital tendrían que haber hecho otro tipo de pruebas que no hicieron. Igual el tumor no habría arrasado tanto, igual el tratamiento a seguir sería menos agresivo y, por tanto, menos perjudicial para mí.

Yo resido en Tarancón, un pueblo de Cuenca, y por eso desde aquí quiero dirigirme a mis representantes políticos de las Cortes de Castilla-La Mancha para reivindicar que no se menosprecien los síntomas de cualquier paciente, por joven que sea o pocas probabilidades que existan de que se trate de un caso de cáncer. Lo hemos visto y lo estamos viendo: las mujeres jóvenes también TENEMOS CÁNCER.

¿Sabéis cuántos desencantos y frustraciones podrían evitar? ¿Cuánto mal? Tras recibir la quimio y la radioterapia, tendré que hormonarme durante 10 años, lo que implica que ya no podré ser madre, pues por múltiples riesgos y contraindicaciones no he podido congelar mis óvulos ni raspar el óvulo (que era la opción que me quedaba a mí). Por no hablar de los múltiples efectos secundarios a los que tenemos que enfrentarnos las y los pacientes como yo. Gracias a la AECC (Asociación Española contra el Cáncer) yo he podido contar con el apoyo de una psicóloga y de una trabajadora social. Mi psicóloga me ha impulsado a expresar todo aquello que sienta, y mi forma de expresarse se resume a escribir, por dos motivos. En primer lugar, porque mi memoria flaquea bastante últimamente y quiero recordarlo todo, y en segundo lugar, porque cuando todo esto pase, quiero que quede reflejado en un libro. ‘El diario de la esperanza’ narrará mi historia desde el minuto 1. Se trata de un libro en que imperan mis propias reglas, mis propios límites.

Y no quiero despedirme sin pronunciarme respecto a mi situación laboral. Por suerte, en mi trabajo me han allanado el camino, pero desafortunadamente ahora se me acaba el contrato y no pueden renovarme. ¿Qué ocurre ahora? Por suerte he sabido informarme de todo aquello que nadie te cuenta, y podré beneficiarme del pago único de la Seguridad Social. Podemos seguir cobrando la baja. ¿Cómo lo he conseguido hacer yo? Acudiendo a Comisiones Obreras y reclamando ayuda. ¿Por qué los pacientes con enfermedades graves y crónicas que te sumen en la más absoluta vulnerabilidad estamos tan desprotegidos?

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Pregunta dirigida a: Cortes de Castilla-La Mancha