Los problemas de salud mental afectan más a las mujeres que a los hombres. ¿Cuándo se tomarán las medidas necesarias a nivel educativo, sanitario y legal que aborden esta problemática?

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Me llamo Alba y soy psicóloga especializada en terapia integrativa, en emociones, situaciones difíciles y con perspectiva de género. Además, me dedico a divulgar contenido psicológico en redes sociales

Con el auge del feminismo, muchas mujeres están tomando conciencia de las violencias que están viviendo y acuden a terapia reclamando esta perspectiva de género que hoy aún no es tan común encontrar.

Para entender la base de la psicología feminista, es fundamental entender la diferencia entre sexo y género. Cuando hablamos de sexo, hablamos de características biológicas e intrínsecas de la persona, algo con lo que nacemos. Por su parte, cuando hablamos de género, nos referimos a los roles, actitudes, valores, comportamientos … que se nos ha ido inculcando a lo largo de nuestro desarrollo. Es importante recalcarlo dado que, a nivel de salud mental, habrá partes que se puedan explicar por el sexo, pero otras que no. Es ahí donde entra en juego la psicología feminista, en esa parte en la que encontramos mayores problemáticas en mujeres que en hombres y que no quedan explicadas por una base biológica.

Desde las etapas más tempranas, existen diferencias en el trato hacia cada uno de los sexos. Es por esta razón que resulta esperable que el desarrollo de esa persona a lo largo de su crecimiento sea diferencial acorde a su sexo. Por ejemplo, en lo referido al autoconcepto (es decir, la imagen que una persona tiene de sí misma) cuando hablamos de mujeres la tendencia es a incorcoporar rasgos asociados a la femininadad, tales como la dependencia, la inestabilidad emocional, la debilidad, temerosidad, falta de autocontrol y dificultad para regular sus emociones. Además, se refuerzan aspectos como la ternura, los cuidados, la inseguridad y la importancia por el aspecto físico, entre otros. Todo esto son condicionantes que pueden suponer una causa de estrés que deriven en problemas de salud mental. No obstante, estas ideas están tan inmersas en la sociedad que ni siquiera nos cuestionamos que esto no tendría que ser así. 

Pero los datos hablan: Cuando hablamos de trastornos, como el depresivo o la ansiedad, vemos que son muchas más las mujeres que lo padecen. Lo mismo ocurre con los trastornos de la conducta alimentaria, en España, entre un 4.1% y un 6.4% de las afectadas son mujeres de entre 12 y 21 años, en comparación con un 0.3% de hombres. Siguiendo con esto, cuando hablamos de abuso sexual infantil, entre un 20% y 25% aparece en niñas y un 10-15% en niños. En cuanto a la violencia sexual por parte de la pareja o expareja, encontramos que entre un 20 y 40% de mujeres se han visto afectadas, sumado a que más del 50 % de las que han sufrido este tipo de violencia, sufren trastorno postraumático. 

En lo que refiere al suicidio, en términos absolutos aparecen más casos de hombres, lo curioso es que las mujeres lo intentan tres veces más. La explicación a esto es que los métodos empleados por los varones son más letales. No podemos olvidar que el principal motivo del 25% de los casos de suicido, acorde a la OMS, es el maltrato por parte del hombre. 

Siento que el conflicto de cara a un abordaje mucho más intensivo no ha sido la falta de datos, especialmente en estos últimos años. Si me preguntan por dónde empezar, no sabría acotar de una manera tan precisa como me gustaría una problemática que es tan extensa, pero sin duda existen tres ámbitos que me parecen pilares fundamentales: sanitario, educativo y legal.

La salud mental debe ser una prioridad para la sanidad pública. No es asumible ni realista que una profesional tenga ratios de pacientes tan elevados. Lo mismo ocurre con la psicología educativa, la carga curricular es inmensa a nivel de contenidos y psicólogos educativos y docentes se ven desbordados a la hora de atender aspectos más allá de lo estrictamente curricular. Considero de vital importancia que desde los propios centros escolares deberían fomentar una educación basada en la igualdad que no contemple bajo ninguna de sus miradas el derecho de uno de los sexos de situarse por encima del otro.

No nos podemos olvidar del ámbito legal, según los datos recogidos por la Unión Sindical Obrera, desde 2003 han sido asesinadas 815 mujeres y, entre 2007 y 2015 se han registrado más de un millón de denuncias, sin embargo, de las 58 víctimas asesinadas en ese periodo de tiempo, 40 no habían prestado denuncia. ¿Qué está pasando? Lo que dejan claro estos datos es que las leyes actuales no aseguran la protección ni la supervivencia de las mujeres.

Es por todo esto que si valoramos la existencia de un problema estructural que se traduce en violencia de diversas índoles hacia uno de los sexos -las mujeres- se evidencia la relación clara existente con la salud mental. Asimismo, la falta de recursos en este y en otros ámbitos, no solo no están frenando la reproducción y el mantenimiento del problema, sino que limitan las opciones de abordar el daño ya causado. Por todo esto creo firmemente en la necesidad de tomar conciencia y afrontar esta problemática con la seriedad y la contingencia que merece.

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