Mi nombre es Alberto Álamos, soy de Córdoba aunque ahora vivo en Valladolid. Trabajo como psicólogo en un centro de menores. Estudié psicología e hice el máster para poder ejercer. Cuando estaba acabando la carrera ya me planteaba qué quería hacer, y la educación sexual siempre me llamó mucho la atención.  

Siempre he tenido una relación con la sexualidad muy natural. Mi grupo de amigos y yo hemos hablado siempre de forma sencilla y cercana estos aspectos, aunque fueran temas delicados. Siempre me he sentido muy a gusto hablando sobre estos temas. Somos un grupo de amigos, en los que todos somos hombres, y ahí me di cuenta de que teníamos un punto de vista muy diferente al que impera en la sociedad.  

Decidí matricularme en el máster de sexología y eso me permitió vivir experiencias tanto a nivel de clínica, de asesoramiento, de educación y de investigación en torno a la sexualidad. Me gustó mucho la experiencia, y estuve 5 años dando charlas sobre educación sexual en diferentes institutos de Castilla y León. 

Actualmente, en la ley de educación, se contempla que la educación sexual tiene cabida en los currículos escolares , pero de forma transversal, es decir, no obligatoria ni vinculante por parte de los centros educativos. No se especifica ni el contenido, ni el número de horas… Lo óptimo sería que la educación sexual - afectiva se implantara desde preescolar hasta el final del currículum escolar de los alumnos. 

Es importante que los jóvenes sepan qué es la educación afectiva o cómo funciona realmente el cuerpo. Es importante lanzar un mensaje que sea potente para que cale más que otros, como el del tiktoker Naim Darrechi.  

Además, debe estar adaptada al nivel de cada curso. A los niños y niñas de primaria no hace falta hablarles de temas concretos que tienen que ver con las relaciones sexuales, pero si hay que empezar a introducir otros temas. Es decir, es una asignatura que se debe ajustar a las necesidades de cada curso. 

Una buena educación sexual trata temas tan diversos como el respeto, la anatomía humana, temas de consentimiento, el  género o los sentimientos para poder saber si una persona está preparada o no. Es algo muy amplio por eso no se puede dar en unos talleres de pocas horas. 

Es un tema muy importante porque, al fin y al cabo, es una forma de entender a nuestro cuerpo y a nuestras emociones. Es algo básico que nos afecta a todos. Con una buena educación sexual se adoptarían modelos diferentes que harían que las conductas de abuso se redujeran. 

Además, mucha gente luego tiene que acudir a terapias para poder resolver ciertos problemas que nacen por no haber tenido una buena educación sexual. Entre los profesionales muchas veces bromeamos de que si se enseñara lo que hay que enseñar nos quedaríamos sin trabajo, y es una broma que tiene un trasfondo muy real. 

Por ello, le quiero pedir al Congreso de los Diputados que incluya de una vez por todas la educación sexual como una asignatura obligatoria. Han dejado pasar la oportunidad de introducirla decentemente en la nueva ley de educación, y ya va siendo hora de ponerle solución a este problema social.