Pregunta para Congreso de los diputados
Lidio con un cáncer gastrointestinal que se expandió por todo mi cuerpo debido a la demora en su detección. Me lo diagnosticaron cuando el tumor ya medía más de 5 cm. ¿Por qué no se fomenta la detección precoz o temprana de enfermedades entre los jóvenes?
Me llamo Aleix, tengo 31 años y vivo en Catalunya. En noviembre de 2018 empecé a tener episodios de vómitos esporádicos. Más adelante, ya a finales de año, estos vómitos empezaron a ser regulares; cada día, después de tres o cuatro horas de haber comido. Estuve así hasta febrero de 2019. Durante este período de tiempo acudí muchas veces a mi Centro de Atención Primaria (CAP) de referencia y al hospital. No me hicieron caso ni una vez; me recetaban pastillas corrientes y ni siquiera me subieron a la báscula para controlar mi peso o se preocuparon para que me viera un médico gastrointestinal. Cada vez estaba más débil y los síntomas no frenaban, así que decidimos recurrir al servicio privado. Me hicieron pruebas muy costosas, pero que sirvieron para que pudieran empezar a ver lo que había. Un día, fui a casa de mi suegra y, como siempre, después de comer vomité. Entonces ella me indicó que me subiera a la báscula y nos percatamos de que había perdido aproximadamente 20 kg. Este mismo día decidimos irnos a Can Ruti con los resultados de las pruebas y a partir de este momento todo empezó a funcionar.
Me ingresaron justo llegar en el hospital y me informaron de que tenía en intestino ocluido debido a la presencia de un tumor que medía 5,3 cm y que se había expandido por el peritoneo, el colon, el apéndice, etc. Me operaron y me quitaron la oclusión. Después de esto, tuve que someterme a un tratamiento de quimioterapia que se compuso de 12 ciclos. Una vez hecho, me volvieron a intervenir quirúrgicamente para limpiar los restos que hubieran podido quedar. Esta operación duró 13 horas y sirvió, también, para que me metieran quimioterapia en caliente. Una vez recuperado, me sometí a otro tratamiento de quimioterapia de refuerzo. Parecía que a partir de aquí todo estaba controlado, pero hace unos meses, mediante un TAC, los médicos se percataron de que me había quedado un rastro tumoral en el bazo y que el mismo se estaba complicado. Decidieron operarme de nuevo y me extirparon el bazo y me limpiaron un trozo muy pequeño del colon. Esto fue el 23 de abril de este mismo año. La intervención fue muy bien, pero relacionado con la parte del colon, quedó un punto mal sellado que me provocó una sepsis.
Estuve a punto de irme. Los médicos me dieron 48 horas de vida, pero llámale milagro o ganas de vivir, que después de que me sedaran y de que descansara durante este tiempo, la cirujana pudo anunciar que los resultados de la analítica que me acababan de practicar indicaban que todo estaba bien. Necesité una recuperación de un mes y la colocación de un drenaje que me quitarán dentro de poco, cuando también me practiquen un TAC de control.
Con esta campaña quiero dirigirme a las instituciones para decirles, bien claro, que el hecho de que seamos jóvenes no conlleva necesariamente tener una salud de hierro. Mi diagnóstico fue tardío y se dio después de haber recurrido al CAP hasta 9 veces. Sé que a lo mejor no me habría ahorrado el hecho de que me tuvieran que quitar un tumor y que a lo mejor me hubiera tenido que someter igualmente a un tratamiento de quimioterapia, pero si no se me hubiera excluido de las posibilidades de padecer cáncer simplemente por formar parte del colectivo de personas jóvenes, y por lo tanto se me hubieran hecho pruebas y se me hubiera detectado la enfermedad de manera temprana, seguramente me hubiera ahorrado las tres intervenciones quirúrgicas a las que ya me he sometido y muchas sesiones de quimioterapia con lo que todo esto conlleva tanto a nivel físico como anímico.
Es por todo lo presentado que me dirijo a los políticos del Congreso de los Diputados, para que después de leer mi testimonio, me respondan a la pregunta: ¿Por qué no se fomenta la detección precoz y/o temprana de enfermedades entre los jóvenes?