Me llamo Alicia y vivo en Valladolid. En julio de 2019 tenía concertada una mamografía enmarcada en el programa de detección precoz del cáncer de mama. Allí me indicaron que la mama derecha presentaba aspectos irregulares pero que volverían a revisarlo nueve meses después y que me llamarían para darme cita. No me llamaron. Acudí al médico de cabecera y él pidió la cita de nuevo pero esta vez como preferente. Igualmente no me llamaron. Pasó un poco el tiempo y empecé a sentir dolores, sobre todo focalizados en el tronco. Estábamos en abril de 2020 y las visitas con los médicos se demoraban o eran telefónicas, debido a la incidencia de la Covid-19, así que me recomendaban tomar antiinflamatorios.

En agosto de 2020 los dolores incrementaron. Volví a acudir al médico y aunque me hacían pruebas, no daban con lo que podía padecer. Les indiqué que tenía un pecho que no estaba bien, pero no lo examinaron. Finalmente decidí acudir a una clínica ginecólogica privada y la ginecóloga me derivó enseguida a la consulta que tiene en el Hospital Clínico de Valladolid. Allí me hicieron todas las pruebas necesarias además de una biopsia y me diagnosticaron un cáncer de mama con metástasis en los huesos.

A raíz de ahí, empecé con un tratamiento biológico oral que incide en todo el cuerpo y que a día de hoy está funcionando. Además de reducirse los indicadores tumorales, tengo menos dolores. Recibo este tratamiento con el objetivo de que se reduzca y no avance la actividad metastásica. Cuando no se reduzca más, dejaré este tratamiento y me someteré a otro que servirá para «congelar» el cáncer; para que no evolucione de ninguna manera. Actualmente acudo a revisiones cada dos meses. Este cáncer a día de hoy, no tiene cura y necesitamos investigación para cronificarlo.

Vivir el proceso de enfermedad me ha hecho percatar de que hay aspectos sobre los que sería muy positivo incidir para garantizar que los pacientes se sientan tan bien como sea posible,  tanto en el ámbito psicológico como en el ámbito físico, durante todo el proceso de la enfermedad. Por ejemplo, por lo vivido, considero que es muy importante que el diagnóstico se dé en un ambiente de confianza y con el acompañamiento de un psicólogo; que el servicio de psicooncología se potencie para poder tratar personalmente a todo el mundo que lo necesite; que si está comprobado que la nutrición y el deporte ayudan a la recuperación y hacen más llevaderos los tratamientos, se proporcione asesoramiento en este sentido.

Quiero lanzar un mensaje de esperanza. Estar enfermo no es lo único que somos, antes que enferma de cáncer quiero que se vea a la PERSONA. No me identifico como enferma, aunque forme parte de mí y lo acepto, pero por encima de todo soy Alicia, una persona que ama la vida intensamente. Quiero incidir en que el cuidado de la parte mental es fundamental. Hay herramientas que están a nuestra disposición como las asociaciones, y en concreto la AECC y especialmente la Asociación de Cáncer de mama metastásico, que te acompañan, que te escuchan, que te ofrecen ayudas, etc. o bien a comunidades en las redes sociales, de pacientes oncológicos con la misma patología que comparten sus experiencias. Pero creo que es fundamental que todo este acompañamiento global se ofrezca, también, desde los servicios públicos, porque así se ayudaría al desarrollo personal de los enfermos.

Es por todo lo presentado que me dirijo a los políticos de las Cortes de Castilla y León, ya que son quienes me representan, para preguntarles, exactamente: ¿Por qué desde los hospitales no se garantiza un buen acompañamiento psicológico desde el momento del diagnóstico y un asesoramiento nutricional y deportivo personalizados?