Me llamo Almudena y vivo en Castilla-La Mancha. Padezco mastopatía quística, hecho que conlleva que siempre esté bastante atenta a los cambios que experimentan mis mamas en relación con la aparición de protuberancias. Debido a lo mencionado, un día, duchándome, me detecté un bulto. De entrada, pensé que sería un quiste y le quité importancia, pero después de unos días, empecé a notar algunos síntomas que me hicieron preocupar: notaba pinchazos, me dolía la mama, etc. Entonces decidí acudir al médico. Allí, enseguida, me hicieron todo tipo de pruebas diagnósticas: una mamografía, una ecografía mamaria y una biopsia. De hecho, con la biopsia, me colocaron, ya, un marcador tumoral.

Teniendo en cuenta que conocía bien los protocolos de seguimiento de un quiste benigno, empecé a sospechar que algo no iba bien. Después de unos días, en cuanto acudí a la Unidad de mama por primera vez, me confirmaron que padecía un cáncer de mama triple negativo, una patología agresiva que suele ir acompañada de un mal pronóstico. Aun así, me informaron también de que, en mi caso, el tumor se encontraba localizado y que, por lo tanto, no había afectación en los ganglios. Hasta ahora he estado recibiendo un tratamiento de quimioterapia y estoy pendiente de que me hagan las pruebas rutinarias de control para conocer su efectividad. A continuación, me intervendrán quirúrgicamente y a posteriori decidirán si tengo que someterme a algún otro tipo de tratamiento como, por ejemplo, la radioterapia.

Considero imprescindible poner sobre la mesa de las instituciones la necesidad que hay de que se mejore la inversión pública destinada a la investigación; tanto del cáncer como de otras enfermedades, pero quiero plasmar como es de primordial potenciar este aspecto en relación con el cáncer de mama triple negativo. También considero que se debería de revisar la catalogación del cáncer como enfermedad común y con esta acción, revisar también todos los trámites administrativos relacionados con aspectos económicos a los que los pacientes oncológicos pueden/tienen que acceder. Finalmente, teniendo en cuenta que durante todo el proceso de enfermedad no podemos trabajar y, por lo tanto, los ingresos se reducen o en algunos casos son nulos, creo que la Seguridad Social debería de subvencionar todos los tratamientos derivados de los tratamientos protocolados: cremas cutáneas, fisioterapeutas, etc.  

Es por lo presentado que me dirijo a los políticos del Senado: ¿Cuándo se va a mejorar la inversión pública que se destina a su investigación? Este aspecto es primordial para avanzar hacia tratamientos más eficaces y menos agresivos.