Pregunta para Congreso de los diputados

Soy Ana Belén y mi hija tiene TEA, ¿por qué no se invierten más recursos en la creación de espacios, actividades de ocio y en el fomento de la inclusión para los niños con diversidad funcional?

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Ana Belén Salas Pregunta de Ana Belén Salas

Hola, me llamo Ana Belén y mi hija, de dieciséis años, tiene trastorno del espectro autista. Desde que mi pequeña nació, llevo por bandera la lucha para romper los estigmas asociados con las personas que sufren cualquier tipo de diversidad funcional (o discapacidad). Una lucha social que llevo día a día sin descanso, con gusto y de forma desinteresada. Por otro lado, puedo hablar de mi lucha personal, que se ha vuelto mucho más encarnizada desde el 2017, cuando descubrí que mi hija sufría de un presunto maltrato en el centro en el que estudiaba

Mi pequeña volvía a casa asustada, con marcas de lesiones en el cuello. Asustada, introduje una grabadora en la mochila de mi hija, para así poder saber que sucedía. Así pude comprobar que estaban presuntamente maltratando a mi hija, siendo la directora del centro una de las principales causantes. Evidentemente, denuncié esta situación en el juzgado de Cáceres y, tras dos años de espera, en la vista del juicio, ni siquiera se escuchó mi versión y mi caso ha sido archivado.

Por desgracia, la justicia española no ha servido de mucho en mi caso. Después de dos años de procedimiento, no me ha escuchado ningún juez, ningún fiscal… Está claro que, hoy, PEGAR A LOS NIÑOS SALE GRATIS. Mi situación es buen ejemplo de los desprotegidas que se encuentran las personas más vulnerables: los niños, las personas mayores y aquellas que tienen discapacidades.

Es más, España ha sido sancionada varias veces por incumplir la Convención de 2006 de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad. Por lo que he decidido acudir al Palacio de la Paz de la Haya, sede Tribunal Internacional de Justicia de las Naciones Unidas, donde espero que se hagan más eco de mi caso

Nuestra situación, el sufrimiento de una niña que tiene problemas en el ámbito escolar por el hecho de ser diferente, o la de una madre rota por no poder evitar a su hija este sufrimiento, es el reflejo de muchas familias como la nuestra, con niños con capacidades y limitaciones diferentes, y que por ello son juzgados y discriminados de muy diversas maneras.

Una de las maneras en las que más se discrimina a estos niños es limitando su derecho al ocio. Estos niños tienen muy pocas opciones para poder relacionarse más allá de las oportunidades que se les ofrece en los ámbitos educativo o familiar, cuyo apoyo es clave para su desarrollo. Es increíble la casi inexistente oferta de actividades de ocio como campamentos urbanos o extraescolares adaptadas a niños con discapacidad.

Por eso pido al Congreso de los Diputados que se inviertan más recursos para que se amplíe la oferta de actividades de ocio dirigida a este sector de la sociedad. Ellos tienen el mismo derecho al ocio que todos nosotros y, por nuestra parte, sus padres también necesitamos de algún tipo de recurso que nos permita conciliar nuestra vida laboral con la crianza de nuestros niños.

También pido que se apoye de manera mucho más eficaz la inclusión de los niños con diversidad funcional (o discapacidad) en las aulas. Para conseguir su plena inclusión en la sociedad son necesarias dos cosas: un personal docente formado, preparado y apoyado para que no fracase en esta labor cuando en su aula hay un niño con discapacidad y, por otro lado, que se empiece a trabajar la inclusión en las aulas desde que son muy pequeños. De ahí la importancia del ocio en la vida de estos niños y sus familias como medio para relacionarse con su entorno y conseguir que los pequeños se relacionen entre ellos sin barreras.Este ocio repercute en la vida de las familias de estos niños también, ya que nos permite ver como nuestros hijos crecen felices y nos permite también recargar pilas para poder seguir siendo su pilar fundamental. 

Todavía quedan muchas cosas por cambiar, continuaremos luchando por hacer prevalecer los derechos de nuestros hijos.

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