Me llamo Ana, soy psicóloga y actualmente estoy opositando para optar a una plaza de Psicóloga Interna Residente (PIR). Como muchos sabéis, los psicólogos llevamos años demandando a Sanidad más plazas PIR, así como un aumento de las plazas de Psicólogo Especialista en Psicología Clínica (PEPC). 

Pero esto no es todo. Con la pandemia, los problemas de salud mental en niños y adolescentes se han acrecentado y se ha alzado la voz de alarma. Sin embargo, esto viene de antes. El problema más relacionado con la etapa infantojuvenil en salud mental es que no dispone de recursos suficientes. 

Necesitamos seguir investigando y desarrollando intervenciones ajustadas a estas edades, ya que están en un periodo muy sensible del desarrollo en todos los niveles. Cualquier problema en esta edad puede tener consecuencias a largo plazo, de ahí la importancia de intervenir de forma temprana para evitar o prevenir problemas futuros. 

Sin embargo, en lugar de crear intervenciones directamente orientadas a esta población, se suele hacer una adaptación de la de los adultos. Estas no llegan a adaptarse plenamente a los menores y por ello debemos crear protocolos y tratamientos específicos que se ajusten a estas edades. Y es que, cuanto antes detectemos estos problemas y empecemos a tratarlos, mejor curso y evolución tendrán, reduciendo así los psicofármacos y las hospitalizaciones, en la medida de lo posible.

En línea con esto, desde hace años se habla de crear la especialidad de psicología clínica infantil. A diferencia de lo que pasa con el MIR (medicina) o EIR (enfermería), en las que existen diferentes especialidades, en el PIR está todo condensado en una especialidad. Necesitamos, al menos, una división por edades. 

No podemos permitir que la psicoterapia, en todas sus vertientes, siga ocupando un papel secundario en el tema de sanidad pública. Ante esto, me dirijo a las y los miembros del Congreso de los Diputados para que tomen conciencia de la situación y lleven a cabo las medidas que sean necesarias.