Pregunta para Senado
Tuve que dejar de trabajar cuando tuve a mi segunda hija. Sin facilidades ni ayudas, era imposible compaginar el trabajo fuera de casa con el de dentro. El trabajo doméstico no tiene descanso y debería ser remunerado
Me llamo Ana, soy administrativa pero hace 7 años que fui madre por primera vez y, cuando tuve a mi segunda hija, me fue imposible compaginar el trabajo fuera de casa con el doméstico. Resido en un pueblo de la provincia de Córdoba y tenía que acudir todos los días a la ciudad; antes de eso, levantar a las niñas, prepararlas, llevarlas al colegio y, además, encargarme de hacer todos los recados. Primero me vi obligada a reducir mi jornada, mi marido tiene un trabajo a jornada completa y al mediodía debía ir a recoger a las niñas al colegio, preparar la comida y llevarlas a extraescolares.
Evidentemente, era inviable seguir trabajando, además, ambos tenemos familiares mayores a los cuales hay que ayudar y desplazar varias veces por semana; a esto se le llamada desplazamiento encadenado, son aquellos desplazamientos que se realizan antes de acudir a tu puesto y las mujeres solemos encargarnos de ellos en la mayoría de las ocasiones. Durante un tiempo cobré la prestación por desempleo pero actualmente nada; cuento con mi madre, su ayuda es fundamental pero, tanto ella como mi padre, todavía trabajan en Córdoba y muchas veces es imposible que me echen una mano. Si volviera a trabajar tendría que contratar a una niñera para que me ayudara con el cuidado de mis hijas y no nos saldría para nada rentable. Por otra parte, no es lo mismo tener un sueldo que tener dos y, con dos niñas en casa, se necesitan ambos.
Las mujeres necesitamos facilidades en los puestos de trabajo, tenemos que renunciar en muchas ocasiones a él para ejercer las labores domésticas; también necesitamos que se valore el trabajo doméstico, el que ejerces en tu puesto se queda allí, en una casa nunca paras, no hay descanso, son siete días a la semana los 365 días del año.
Me dirijo a los miembros del Senado para pedir, en primer lugar, que a las mujeres nos faciliten ayudas para poder seguir trabajando una vez seamos madres y, en segundo lugar, una remuneración económica para las mujeres que tenemos que dedicarnos al trabajo doméstico. Cada vez se tienen menos hijos o incluso ninguno; si nos dieran más facilidades no tendríamos que renunciar a nuestros proyectos profesionales y, en caso de tener que hacerlo, el trabajo doméstico es igual de importante que cualquier otro, tanto que, en muchos casos, nos impide seguir trabajando y debería estar remunerado.