Pregunta para Parlamento de Andalucía

Ser intervenida por un cáncer de mama deja grandes secuelas a nuestra movilidad y autonomía, ¿por qué no se reconocen nuestras limitaciones como deberían?

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Ana María Avilés Pregunta de Ana María Avilés

Soy Ana Avilés, una malagueña de 49 años que, después de pasar por un cáncer de mama y varios accidentes que me han dejado consecuencias muy posiblemente derivadas de la medicación, me encuentro en una situación de limitaciones físicas considerables aún no reconocidas por el Estado.

Fui diagnosticada con cáncer de mama con 47 años, y pese a haber tenido antecedentes familiares, cuando me hicieron el estudio de genética, resulté negativa.

Un año más tarde, en julio de 2018, me operaron, y en dicha operación me extrajeron todos los ganglios de la axila. Después de aquello comenzó la aventura de la quimioterapia que, en un principio, debían haber sido 8 sesiones pero que, en realidad, se quedaron en 5.

La idea era comenzar por cuatro sesiones más fuertes seguidas de otras cuatro de menor intensidad, pero solo alcancé a darme las cuatro primeras y una de la siguiente porque, en el momento de empezar la segunda parte, esta me dio reacción y el oncólogo consideró sustituirla por pastillas.

La historia continúa, y es que este primer tratamiento a base de pastillas me causó una flebitis en la pierna, motivo por el cual tuve que suspenderlas para comenzar con una segunda tanda de pastillas. Estas, por cierto, con perjuicios para las articulaciones según me advirtió el médico.

Después de aquello he sufrido una caída que, añadida a mi situación de sobrepeso y a los efectos secundarios de la medicación, me ha supuesto una operación de rodilla. Aún me encuentro convaleciente de la misma y a la espera de poder encontrar una solución que me permita continuar con mi vida.

Aún continúo tomando las pastillas para el tratamiento del cáncer, receta que debería ir acompañada de revisiones cada seis meses, tal y como se acordó en un principio. El problema se agrava en la medida en que la pandemia por Covid-19 ha hecho acto de presencia, ya que por ser una persona de alto riesgo y al tener que ser trasladada en ambulancia, me he visto en la necesidad de cancelar la última de las revisiones que tenía pendiente.

En 2014 fui operada del codo a causa de una caída, motivo por el que fui diagnosticada con un 23% de incapacidad. Actualmente estoy a la espera de ser evaluada por los daños, en el mismo brazo, que me causó la extirpación de los ganglios en la operación de mama, lo que me ha dejado un brazo prácticamente sin fuerza ni movilidad.

Sin embargo, hasta la fecha, no consideran que esto sea una imposibilidad para trabajar, sino que simplemente tengo “limitaciones”, lo que se convierte en un problema ya que la mayoría de mis trabajos han sido de limpiadora.

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