Me llamo Anabel y vivo en Catalunya. Justo cuando empezó la pandemia de la Covid-19 llevaba unos días encontrándome mal, aunque seguía llevando una vida lo más normal posible. Se me hinchó la tripa y decidí acudir a mi Centro de Atención Primaria (CAP) de referencia. De entrada, consideraron que se podía tratar de gases y como no tenían material para practicarme una ecografía para explorarme más allá de la palpación, me mandaron a casa con el diagnóstico en cuestión. Después de unos días, volví al médico porque los síntomas no revertían. Consideraron que se podía tratar de la afectación de una bacteria. Me mandaron una medicación y me indicaron que me llamarían. La medicación no surtía efecto y la sintomatología iba a peor. Cuando me llamaron, me dijeron que igualmente tenía que seguir tomándola y que debido a la pandemia en aquel momento no podían hacer mucho más por mí.

Decidí recurrir al servicio privado y, aunque también estaba colapsado, finalmente conseguí que me practicaran un TAC y una ecografía. Fue entonces cuando detectaron una masa y me derivaron a La Vall d’Hebron. Allí, consideraron que mi patología podía tratarse de un cáncer de ovarios, pero finalmente lo descartaron. Me practicaron una colonoscopia y me diagnosticaron un cáncer de colon con metástasis en los ovarios, el hígado y el pulmón. Me quedé ingresada y lo primero que hicieron fue intervenirme quirúrgicamente; me practicaron una colostomía. Una vez recuperada de la operación, empecé con un tratamiento de quimioterapia que me ha servido para que la afección reduzca y se mantenga sin crecer. De momento llevo 47 ciclos, me hacen controles rutinarios a menudo y estoy respondiendo bien a la medicación.

Durante el tiempo que estuve ingresada en La Vall d’Hebron y también los períodos en los que voy a visitarme o a recibir tratamiento, me atendieron y me están atendiendo muy bien, de una forma ejemplar y con mucha consideración y conocimiento. Considero que la sanidad pública se debería de cuidar mucho más de lo que se hace. Tenemos a profesionales sanitarios muy buenos que debido a las condiciones laborales a las que están sometidos se van. En este sentido, creo que las instituciones tendrían que invertir a favor de mejorar las condiciones laborales de los trabajadores de todos los ámbitos relacionados con la salud para, así, compensar el trabajo que están haciendo y facilitarles el desarrollo del mismo.

Además de lo mencionado, considero imprescindible explicar que hay pacientes oncológicos como yo que además de las sesiones de quimioterapia que recibimos en el hospital, tenemos que seguir el tratamiento en casa para evitar el ingreso. Para hacerlo, se nos proporcionan las llamadas “bombas”; unos aparatos portátiles que te proporcionan el tratamiento durante aproximadamente dos días más. Una vez terminada la quimioterapia, te las retiran en el hospital. El problema es que en estos momentos, debido a la falta de material sanitario, el material que te proporcionan es deficitario; se tiene que cargar en casa, como si de un móvil se tratara, y además falla mucho. Hay pacientes que tienen que volver constantemente al hospital para resetear la máquina. En el mismo sentido, por falta igualmente de material sanitario, hay enfermos que, aunque tienen colocado un Port a Cath, se les suministra la medicación por vena debido a la falta de agujas específicas para el reservorio; ¿Cómo puede ser que falten estos materiales? El dinero debería de estar asegurado para ello.

Por otro lado, considero la investigación un aspecto primordial para garantizar la curación, pero también la mejora de los tratamientos de las enfermedades que padece la población y sobre el cual se debería de invertir mucho más de lo que se está haciendo. Es por lo presentado, que me dirijo a los políticos del Parlament de Catalunya, ya que son quienes me representan: ¿Por qué, además de mejorar la inversión para la investigación, no se destinan más recursos tanto humanos como materiales a los centros sanitarios para garantizar una atención completa?