Hola, soy Andrea, tengo 29 años y escribo este texto en osoigo para visibilizar y apoyar a muchas madres que estén pasando por lo mismo que yo viví. También para reivindicar los derechos como padres y madres después del parto provocado como consecuencia de una muerte fetal. Nuestra historia empezó al escuchar estas dos palabras el 13 de mayo de  2020. 

Llevaba embarazada 36+3 semanas y recuerdo perfectamente que, de repente, una noche empecé a no sentir como mi bebé se movía dentro de mí. Me pareció extraño, pero dejé pasar unas horas. A la mañana siguiente, tras mandar estímulos a mi tripa que de normal hacían que mi pequeño bailara no tuve ninguna sensación. Todo era muy raro. Mi pareja y yo nos dirigimos al hospital donde nos dieron bastantes esperanzas al escuchar algo parecido al latido del bebé. Si su corazón latía significaba que estaba vivo. 

Cuando me pusieron las correas para escuchar bien los latidos, fue cuando noté en los médicos miradas de tristeza. Justo en ese momento me dieron la noticia más dura de mi vida. Mi pequeño Andre no estaba vivo y tenían que provocarme el parto. Destrozados se queda muy corto, ya que en ese momento mi pareja y yo no entendíamos por qué a nosotros con lo que deseábamos tener en nuestros brazos a nuestro bebé y formar una familia fantástica. 

Me prepararon para el parto y nos dieron la opción de ver y estar con nuestro hijo, pero yo no tenía fuerzas ni para hablar, mucho menos para tomar esa decisión. Así que fue mi chico quien decidió que quería pasar un rato con nuestro bebé. Para él fue emocionante porque por muy mal que hubieran salido las cosas, estaba con nuestro hijo en brazos y sentimos que de una manera u otra acabábamos de formar una familia preciosa, asumiendo que el pequeño nos acompañará toda la vida desde el cielo en forma de estrella. 

El duelo tras una pérdida perinatal es la peor sensación que he vivido en mi vida. Tras dar a luz, sentía que no podía más y que nada tenía sentido. Además, mi pareja no tenía baja laboral por lo que la mayor parte del tiempo vivíamos el duelo solos y separados, cosa que psicológicamente es horrible. Estuvimos un tiempo intentando sanar, hasta que nos aconsejaron hacer una despedida del bebé en condiciones, conmemorando toda la felicidad y todo el amor que nos había hecho sentir. Así fue, preparamos una velada preciosa en la que lo despedimos mandando globos al cielo. Después de ese momento, que también supone la aceptación de lo sucedido, todo fue para mejor. Nos tomamos las cosas de otra manera, más natural, sin tabúes, como debería de ser. 

Meses más tarde, nos vimos preparados para ampliar la familia y, a día de hoy, tenemos a Luciano, nuestro hijo de tres meses al que queremos con toda nuestra alma, y a Andre, que está cuidándonos constantemente desde el cielo y así nos lo hace sentir. Poco a poco, hemos vuelto a recuperar la felicidad y las ganas por seguir creciendo como familia. 

Cuento toda esta historia para visibilizar una realidad que afecta a muchas mujeres y que todavía  parece ser desconocida, tan desconocida que ni siquiera después de la pérdida los padres tienen derecho a un tiempo de duelo, pues no está considerada la baja paternal en este caso.  Me parece horrible hacer pasar por esto a las personas. 

Desde la perspectiva del padre, yo vi como mi chico no estaba preparado para seguir con su vida normal, estaba de luto porque acababa de tener y de perder al mismo tiempo un hijo. Además, por todo esto fue diagnosticado con depresión y ansiedad, cosa que empeoraba el estado anímico por el que estábamos pasando y, aun así, solo le permitieron estar dos semanas de baja laboral por la seguridad social.

Desde mi perspectiva propia, como madre, me sentí tremendamente sola mientras mi pareja se iba a trabajar y yo me quedaba en casa sin parar de buscar explicaciones. Todo hubiera sido más fácil si hubiésemos tenido tiempo para nosotros, para poder desconectar de la vida real y poder superar nuestro duelo juntos. ¿Por qué no se contemplan las bajas por paternidad tras la muerte perinatal del bebé? ¿Acaso no tenemos los mismos derechos las familias que sufrimos esta situación a la hora de adaptarnos a nuestra nueva realidad?