No. No nos olvidemos que cuando se habla de una “fiscalidad propia”, nos referimos a privilegios. A pagar menos. Como podéis imaginar, no piden una “fiscalidad propia” para pagar más o contribuir a la solidaridad entre españoles, sino para contribuir menos. Y esto, hay que decirlo muy claro, es inadmisible. No puede haber españoles de primera y de segunda, pues ello supone volver al pasado y romper nuestro marco de convivencia. De hecho, no solo nos negamos este tipo de concesiones (disfrazadas de bonitas palabras como “diálogo” o “negociación”), sino que llevamos defendiendo desde que nacimos como partido la supresión de los llamados “derechos históricos” y de los privilegios fiscales que ya tienen el País Vasco y Navarra, y que son el espejo en el que se mira Cataluña.

Los conciertos económicos vasco y navarro ya atentan contra esta igualdad. Son dos de las tres CCAA más ricas de España, y sin embargo apenas contribuyen a la solidaridad. Más bien es al revés: el resto de CCAA están pagando parte de sus servicios y prestaciones. Como vasco te digo que esto me avergüenza. Como español, exijo que esta situación acabe.
Al menos, País Vasco y Navarra son dos CCAA pequeñas. Cataluña es la segunda mayor por número de habitantes. El Estado simplemente no podría soportar financieramente un privilegio fiscal para Cataluña. Supondría, como decía más arriba, el fin de la igualdad, la equidad y la justicia, sobre las que se asienta del Estado del bienestar. Supondría admitir que u niño que nace en Badajoz (o Almería, o Cartagena, o Lugo, o Albacete, o Burgos...) tendrá menos oportunidades. Sería una rendición democrática.

Lo anterior no quita a que estamos abiertos a revisar o reformar la financiación autonómica en general, pero sólo para garantizar la igualdad y la justicia y sobre la premisa de que no son los territorios los que pagan impuestos (de ahí la trampa de las llamadas balanzas fiscales), sino que son los ciudadanos, las personas.