Me llamo Andrés, tengo 40 años y resido en San Sebastián; actualmente estoy en el paro y, de mi último trabajo, me despidieron con argumentos de “disperso y mala organización”, cosa que en aquel momento no consideraba, y sigo sin estar de acuerdo en determinadas cosas. Acudí a una psiquiatra y fue la que me comentó que podía tener TDAH; empecé a investigar por mi cuenta, a lo cual hay que sumarle que soy una persona PAS (persona altamente sensible). Traté de acudir al médico de cabecera en Pamplona, mi ciudad natal, y éste me dijo que eso sólo lo tenían los niños, no es cierto. Acudí con mi madre para rogarle que me derivara a un médico psiquiatra, a lo cual finalmente cedió, no sin dejar de insistir en que el TDAH es sólo cosa de niños.

Cuando acudí al psiquiatra, perdí una hora de mi tiempo, se limitó a recetarme una medicación para la ansiedad; me derivó a una enfermera que me dio apenas algún pequeño consejo. Cuando regresé a San Sebastián, aparté todo este tema y, al quedarme en paro, cosa que me afectó enormemente, lo retomé. Me hicieron unos test de infancia, descartando que este trastorno sólo aparece durante esta primera etapa vital; se han ido sumando cosas como el acoso escolar que he sufrido o el ambiente familiar que han ayudado a que se desarrollara.

No tengo un diagnóstico oficial, en los tests de infancia no salía nada, pero en los referentes a la vida más adulta, sí; la psiquiatra me dio medicación y considera que muchas de mis conductas son claras evidencias de que padezco TDAH. Siento que todo empezó a los 14 años cuando me hacían bullying, el resto de adversidades que he padecido en mi vida, no han hecho más que ir confirmándolo.

El día a día es complicado; generalmente somos personas muy creativas, muy empáticas con los demás, lo que nos hace más sensibles. Nuestra mente va muy rápido, hablamos mucho y deprisa, nos adelantamos a lo que quieren decir los demás e interrumpimos sin querer, queremos abarcarlo todo, también nos distraemos con mucha facilidad o se nos olvidan indicaciones o tareas, podemos incluso perdernos en las calles frecuentes de nuestra ciudad. A veces no miramos a los ojos al hablar no por falta de educación sino porque nos permite concentrarnos más, controlamos mal la economía por los impulsos visuales y momentáneos, siempre queremos estar haciendo alguna actividad, necesitamos instrucciones sencillas y claras, y organizarlas de una a una. También solemos controlar mal los tiempos pero no es con una intención de llegar tarde, es una mala gestión del tiempo y de la prioridad de las tareas, somos demasiado sinceros al expresarnos con los demás y solemos tener el autoestima demasiado baja, por lo que en el ámbito laboral, el refuerzo positivo nos es vital.

Necesitamos visibilidad y que mejoren los protocolos de atención sanitaria en la sanidad pública en lo referente a estos trastornos, no es justo tener que acudir a un centro privado y pagar por ello cuando hay tanta gente que no puede. El TDAH no es sólo cosa de niños, te acompaña durante toda la vida y se da también en adultos. Con terapias podemos mejorar mucho y todos tenemos el mismo derecho a recibirlas. También considero esencial que la salud mental te pueda ayudar mediante el diagnóstico a acceder a ofertas laborales donde se pueda mencionar este trastorno e incluso te quieran contratar en base a estas características que son virtudes en muchos casos, pero exista comprensión a la hora de los defectos, donde poder realizar nuestros talentos y sean valorados por esas empresas laborales.