Mi nombre es Angelines y he atravesado un cáncer de mama. Durante mucho tiempo estuve sintiendo sofocos. Justo debajo de mi casa hay una farmacia y allí me recomendaron un médico que trataba estos síntomas. Se trataba de un ginecólogo y me mandó diferentes pruebas: un análisis, una mamografía… 

En marzo de 2017 me hice la mamografía. Tras la mamografía me llamaron para ir a hacerme una ecografía. En la ecografía vieron algo y me pusieron unos marcadores. Me dijeron que mi ginecóloga ya me daría los resultados.

Yo creía que si te encontraban algo sospechoso te llamaban rápidamente para ir acelerando el proceso, pero hasta el 27 de abril no tuve la cita con la ginecóloga. Mientras me escribía una receta para mandarme unas pastillas para los sofocos, sin nisiquiera mirarme a la cara, me dijo que tenía cáncer de mama.

La enfermera que estaba con nosotros se me quedó mirando porque se me descompuso la cara. Me levanté y salí de la consulta. La enfermera vino a buscarme y me dijo que jamás había visto a nadie que la trataran tan mal. Las formas en las que me dieron el diagnóstico fueron horrorosas.

Al día siguiente fui a la ginecóloga que me iba a acompañar en el proceso. Iba con mucho miedo por lo que me había pasado el día anterior. Sin embargo, me encontré a una persona muy amable y atenta. Me explicó todo el proceso y todo lo que venía  ahora.

Yo tenía un tumor in situ y otro infiltrante, por lo que no tenía bulto. Si no hubiera ido a esa primera consulta igual nunca me lo habrían detectado.

Me operaron el 6 de julio y a partir de ahí todo fue un suplicio. El cirujano plástico que me operó no me tomaba en serio. Tras la operación le dije que me dolía mucho el pecho por los extensores pero él me decía que eso no dolía, que era una quejica. Me sentía infravalorada. 

Al año me volvieron a operar porque el dolor no se iba. Me operaron como un ancla y la situación no mejoró. El médico sólo me decía que me quejaba mucho. De lo que me explicaron de cómo iba a quedar todo a cómo ha sido la realidad hay un mundo. 

Al final me quise cambiar de médico, que también fue un proceso muy difícil. Cuando fui al nuevo cirujano no se podía creer lo que me habían hecho. Habían pasado 3 años y las cicatrices no se habían curado todavía. Este médico me volvió a operar y la verdad es que el dolor desapareció y el aspecto de las cicatrices del pecho han mejorado mucho. 

Creo que es importante que se inviertan muchos más recursos en la investigación del cáncer, sobre todo de cara a la prevención. También creo que faltan muchos más recursos en la atención primaria. No puede ser que a mi me hicieran las pruebas en marzo y no supiera mi diagnóstico hasta abril. También falta una atención mucho más humana.

Me gustaría que la Asamblea de Madrid se hiciera eco de estas peticiones.