Pregunta para Asamblea de Madrid
Hemos tenido la peor semana de toda la pandemia en España. Soy médico de familia en Madrid y llamo a la sociedad a que presione a sus representantes políticos para defender su derecho a una sanidad pública de calidad.
Soy Antonio Cabrera, tengo 47 años y soy médico de familia. Trabajo en el centro de salud de Daroca, en el barrio de La Elipa, uno de los más grandes de Madrid y que atiende a casi 60.000 personas. He hecho este llamamiento muchas veces, sobre todo a nuestros políticos, que han pecado de tener una visión cortoplacista y que no han sabido gestionar correctamente lo que ha sucedido durante esta pandemia por COVID19, en la que en España ya vamos por la sexta ola.
Y como nuestro llamamiento, como sanitarios, lo hemos reiterado desde el principio a la clase política, ahora nos queda pedirle a las ciudadanas y ciudadanos que ellos ejerzan toda la presión posible hacia sus representantes políticos para que tengan el derecho a una sanidad de calidad pública. Que cuando alguien en la familia enferme de gravedad no signifique entrar en riesgo de bancarrota para ellos; que el sistema público de salud responda por igual a cualquier persona sin importar sus ingresos económicos.
En España, ya había una situación difícil incluso antes de la pandemia con respecto al fortalecimiento de la atención primaria. Esto venía fraguándose desde hace años debido a los pocos recursos que se destinaban.
Al no haber destinado más recursos, y con la pandemia agravando todo, el sistema sanitario, sobre todo la atención primaria, que es la que está llevando el peso de la atención sanitaria durante esta situación extraordinaria de pandemia, se ha debilitado porque de por sí ya no era capaz de absorber todo lo que debía hacer. Ahora, cada vez nos faltan más profesionales, porque muchos de los que quedaban están decidiendo o no continuar o cambiar a otro lugar de trabajo.
Hay médicos que estaban a punto de la jubilación y que podrían haber continuado, pero muchos han dicho que en cuanto llegue el momento se irán; otros han intentado adelantar la jubilación, por toda la presión que han sufrido y la exposición al virus; por lo que hemos perdido a muchos compañeros con una gran experiencia. Y no solo eso, hay muchos colegas jóvenes que al ver la situación de desborde y que no pueden dar una atención sanitaria de calidad a sus pacientes, han buscado repetir la especialidad y buscar una que les complique menos su vida.
Otros, viendo la situación y el poco reconocimiento, están yéndose a otros países donde tienen mejores condiciones laborales y pueden dar mejor atención a las personas.
Antes yo dedicaba mis 5 días de trabajo semanales exclusivamente a ver a mis pacientes. Ahora el COVID ha venido a empeorar la situación, pues el desborde de las salas dedicadas a pacientes con el virus ha acaparado nuestros esfuerzos y los pocos recursos con los que contábamos. El trabajo se acumula, las listas son eternas y hace que el estrés y el desánimo cunda en todos nosotros. No es lo mismo los primeros 3 meses de pandemia, a ahora que ya llevamos cerca de 2 años.
Muchos de mis compañeros y compañera están estresados. Lloran o toman antidepresivos para ir a trabajar, porque la situación es como una pendiente infinita en la que no terminamos de llegar al final. Y sobre todo hay desilusión por no haber sido reforzados por las instituciones, con recursos mermados vemos cómo los compañeros y compañeras se van.
Hay una gestión cortoplacista y promesas por parte de los políticos de que se pondrán a trabajar en esto que estamos pidiendo (más presupuesto, más tiempo para poder atender a cada paciente, más médicos), pero aunque se dice que saben lo que hace falta en nuestros centros de salud no hemos visto acciones reales que puedan marcar la diferencia.
Está comprobado que si las personas tienen un seguimiento de atención sanitaria por parte de un mismo médico de familia a lo largo del tiempo muchas de las patologías o complicaciones que pueden presentar se evitarían. Esto está siendo cada vez más imposible de lograr.
No hay lugar en España en el que un médico de familia no atienda por lo menos a 50 personas cada día desde que comenzó la pandemia. Tendríamos que tener un sistema que permita que todas las personas tengan la misma oportunidad de ser atendidas sin depender de su nivel económico. Y, secundariamente, evitar el riesgo de caer en la pobreza al enfermar.
Sin más manos, más recursos y sin el apoyo decidido (vía presupuestos) por parte de las instituciones, esta situación terminará por colapsar los centros de salud y los hospitales y minará definitivamente al personal sanitario que está totalmente agotado.
Necesitamos que las autoridades empiecen a actuar y que los ciudadanos presionen al máximo para defender su derecho a tener una atención sanitaria de calidad independientemente de su nivel económico.
Si no presionan a sus políticos y si no lo ponen como una prioridad a través de su voto y sus opiniones, al final el sistema público de salud se deteriorará irreversiblemente y entonces ya será tarde. Estamos a tiempo.
Hemos tenido la peor semana de toda la pandemia en España. Soy médico de familia en Madrid y llamo a la sociedad a que presione a sus representantes políticos para defender su derecho a la sanidad pública de calidad.