Me llamo Arantxa, vivo en Lebrija (Sevilla) y soy enfermera en la UCI del Hospital Muñoz Cariñanos. A finales de mayo del año pasado, una mañana, jugando con mi hijo pequeño, me percaté de que, si me palpaba una parte concreta del muslo, podía notar un bultito interno. De entrada, pensé que sería un bulto de grasa, pero el hecho de notarlo por debajo de la piel, me hizo dudar.

Lo dejé una semana aproximadamente, pero finalmente decidí comentarlo en el trabajo. Mis compañeros me recomendaron que pidiera cita para realizarme una ecografía. El profesional que me la hizo, consideró enviar los resultados a un especialista musculoesquelético, ya que se percató de que había algo que no les terminaba de encajar. 

El 20 de junio, el equipo de radiólogos me contactó para definir una fecha y realizar una resonancia complementaria a la ecografía; eso me hizo sospechar que algo no iba como debía. Después de unos días, me informé y supe que los médicos sospechaban que podría padecer un Liposarcoma, una tipología de cáncer clasificado como raro por su poca incidencia a nivel poblacional.

Al poco tiempo, me contactaron para hacerme una biopsia, que derivó con una llamada de la consulta de traumatología para concertar fecha para una intervención quirúrgica, a la vez que supe que tenía que empezar a recibir radioterapia. Finalmente, me confirmaron que padecía un Liposarcoma Mixoide de alto grado. Recibí ciclos duros de quimioterapia y radioterapia durante aproximadamente dos meses y, finalmente, en noviembre, habiendo respondido bien a los tratamientos aun teniendo en cuenta la severidad de sus efectos, me operaron y pudieron dejar la zona limpia de cáncer.

Después de unos meses de recuperación física, y aun lidiando con efectos secundarios de los tratamientos y de la intervención, ahora mismo llevo seis meses libre de enfermedad. Me visitan cada tres o cuatro meses y dentro de diez años, si todo se mantiene tal y como está ahora, me darán el alta.

Me dirijo al Senado, ya que el proceso por el que estoy transitando, así como mi oficio, hacen que considere la importancia de pedir que se invierta en sanidad, así como en la investigación del cáncer en general, pero también y, sobre todo, en la investigación de los cánceres que afectan a menos población, ya que son desconocidos, agresivos y las personas que los padecemos, nos afrentamos a pocas opciones de tratamiento. ¡Queremos vivir!