Pregunta para Congreso de los diputados
He superado una leucemia. Si se financian tratamientos con elevados costes económicos, además de invertir a favor de la investigación, ¿por qué no se revisan las ayudas que se conceden a los ex pacientes oncológicos y el acceso a las mismas?
Me llamo Bartolomé y vivo en Barcelona. Vine a España en 2019, yo soy de Venezuela. Tenía trabajo e iba todo bien. Después de un tiempo de estar en España decidí dejar el seguro privado y empezar a beneficiarme de la Seguridad Social. Con la asignación de mi nuevo médico de cabecera, me hicieron unas analíticas rutinarias a finales de 2020. Todo salió correcto. Después de unos tres meses, empecé a bajar de peso. Justo había empezado con una dieta que conllevaba la práctica de ayunos intermitentes, así que de entrada no asocié el bajar de peso con la enfermedad. Aun así, después de un tiempo empecé a padecer dolor en la zona lumbar. En el Centro de Atención Primaria (CAP) me recetaron analgésicos que funcionaron para que los dolores desaparecieran por un tiempo, pero volvieron a aparecer; esta vez en la zona intercostal. De nuevo, en el CAP me mandaron un tratamiento con analgésicos; esta vez más fuertes. El efecto fue el mismo. La tercera vez que acudí, mi médico de cabecera consideró que necesitaba que me practicaran una analítica. Después de unos días de hacérmela, me llamaron desde el hospital para que acudiera de manera urgente. Una vez allí, me indicaron que los resultados habían salido alterados y que necesitaban repetir la prueba.
Finalmente, determinaron que padecía una leucemia. Ya me quedé ingresado en el hospital. Después de cuatro o cinco días de pruebas, concretaron que se trataba de una Leucemia Linfoblástica Aguda positiva para el cromosoma Philadelfia (Ph + ALL). Me indicaron que me podía acoger a un ensayo clínico y así lo hice, ya que consistía en tomar un fármaco todos los días y en quimioterapia endovenosa e intratecal de intensidad reducida; con lo que podría curarme y evitar un trasplante de médula ósea. Solo habían pasado seis meses desde el diagnóstico y una vez que me encontraron un donante, me indicaron que empezaba el proceso de trasplante. Me hicieron radioterapia y quimioterapia previas y finalmente me sometí al trasplante. Estuve 30 días en aislamiento. Después, tuve que lidiar con los efectos secundarios del contexto de enfermedad hasta que me dieron el alta.
Mi caso ha sido uno de los ejemplos de todo lo bien hecho. El diagnóstico fue temprano y permitió buenos plazos de reacción, el tratamiento empezó cuando debía, pude acceder a un ensayo clínico, el trasplante no conllevó problemas, me hacen controles semanales desde hace un año, etc. Aun así, hay algo que leo a menudo y que me ha hecho pensar y preocuparme. Es verdad que es una grandísima suerte que la Seguridad Social financie tratamientos extremadamente costosos que en algunos casos superan los 500.000 euros o hasta el millón, pero ¿qué pasa luego? No es lógico que no se presten ayudas a las personas a las que se ha curado mediante un tratamiento clínico para que después no pueda hacer frente a la “vuelta a la vida”. Teniendo en cuenta el lastre que deja la enfermedad, es evidente que los ex pacientes oncológicos van a necesitar ayudas económicas. También hay que considerar, en este sentido, las dificultades con las que se encuentran las personas que se han recuperado de un cáncer para algunos aspectos como, por ejemplo, encontrar un trabajo fijo o pedir créditos.
Yo no quiero una pensión de por vida debido al cáncer, pero si creo que deben de hacer más fácil el acceso a determinados planes sociales que, evidentemente, ayudan económicamente. La idea es que el que lo necesite tenga acceso fácil y rápido a ello, mientras que el que no, pueda continuar su vida con paz y tranquilidad. Es por lo presentado que me dirijo a los políticos del Congreso de los Diputados, para que me respondan a la pregunta: ¿por qué no se revisan, también, las ayudas que se conceden a los ex pacientes oncológicos y el acceso a las mismas, una vez superada la enfermedad?