Mi nombre es Beatriz y he atravesado un cáncer de colon ascendente, con posterior metástasis en el hígado. Estando de vacaciones comencé a sangrar por el recto y comencé a sentirme muy cansada. Como estaba veraneando en la costa pensé que podía ser la tensión, porque a la altura del mar me suele bajar. Fui a una farmacia, y efectivamente tenía 9/5,5 de tensión.

Cuando volví a Valladolid, que es donde resido, tras una fiesta tuve una bronquitis que no había forma de curar. Me cambiaron 2 veces los antibióticos, pero seguía sin mejorar. 

Un día en el que no podía respirar y acudí a Urgencias. Allí me hicieron un análisis de sangre y vieron que había algo que no estaba bien. Así que, me derivaron automáticamente a la unidad de diagnóstico rápido.

A los 4 días me hicieron una colonoscopia, y  vieron que tenía un tumor principal y 2 pólipos que habían degenerado. No me podía operar porque seguía con la bronquitis y  no podía entrar  en quirófano, por lo que tuvimos que esperar un mes, aproximadamente. 

La operación fue muy bien, me cortaron casi un tercio de colon pero pudieron limpiar toda la zona. Los problemas llegaron cuando empecé el tratamiento. 

Resulté  alérgica al tratamiento que me estaban dando. En la cuarta sesión tuvieron que ponerme oxígeno durante 3 horas porque me sentía fatal. Además, perdí la movilidad de las piernas. 

De la cuarta a la quinta sesión, que fueron 21 días, adelgacé 18 kilos porque cualquier cosa que comía o bebía, la expulsaba. Finalmente, me quitaron tres sesiones de  intravenosa y me dieron la última sesión,  la  “de remate”, que me sentó tan mal, que tuve un cuadro alérgico con dermatitis en la cara interna de las articulaciones e, inflamación de la glotis, que neutralizó mi médico de familia, con una inyección de urbasón.

El tratamiento lo acabé en marzo, en mayo en la primera revisión, consistente en análisis de sangre y TAC, se vieron 2 manchitas en el hígado, "que había que vigilar". 

En revisiones posteriores, las sombras habían crecido y me hicieron un scanner. Ahí vieron que se trataba de tumores malignos y que había que operar, aunque se encontraban en los peores sitios del hígado.

El panorama no pintaba muy bien. Sin embargo, cuando entré a quirófano se dieron cuenta de que estos tumores no estaban donde creían por lo que pudieron limpiar la zona perfectamente y solo me quitaron un 20% del hígado. 

Creo que es fundamental que se inviertan muchos más recursos para la investigación del cáncer. En primer lugar para llegar a la causa de todo, al origen. ¿Tenemos todos estás células en nuestro cuerpo? ¿Por qué las células “buenas” degeneran en células cancerígenas? ¿Qué factores afectan?

También es importante que se inviertan más recursos en la investigación de nuevos tratamientos. 

Me gustaría que las Cortes de Castilla y León se hicieran eco de estas peticiones.