Un chico intentó drogarme en un club de fiesta de Alicante. ¡Firma para que los locales instauren medida de control y planes de actuación ante este tipo de situaciones!
Me llamo Carmen, tengo 20 años y vivo en Alicante. Hace dos sábados, como cualquier otra chica de mi edad, decidí salir con mis amigas a un local conocido de la ciudad. Actualmente, además de estudiar, trabajo para sacarme unos ahorros y ayudar económicamente a mis padres, motivo por el cual, las pocas veces que salgo, no suelo beber. Sin embargo, la entrada a esa discoteca incluía dos consumiciones y decidí hacer uso de ellas.
Alrededor de las cuatro de la mañana, me acerqué a la barra para pedir la segunda y última copa que me iba a tomar. Al rato, un chico se acercó a mi y comenzó a hablarme. Decía cosas sin sentido, preguntas que no venía a cuento, algo que me alarmó. Estaba distrayéndome. Al momento, noté la presencia de otro chico y me giré. Yo tenía la copa en mi mano, a la altura de mi tripa, y vi como esta persona hizo un movimiento extraño sobre ella. Me quedé en shock, sabes que estas cosas pasan, pero nunca piensas que puedes ser tú.
Mi reacción fue enfrentarme a la situación. De buenas maneras, ya que me parece una acusación muy grave, le pregunté si me había echado algo en la copa. Él se puso a la defensiva y me contestó de malas maneras. Tras preguntárselo un par de veces más, le dije que si estaba tan seguro bebiese de ella. Dijo que no y me la quitó.
Me puse muy nerviosa y decidí ir a hablar con el de seguridad. Le expliqué lo ocurrido y le pedí ayuda, pero, para mi sorpresa, su reacción fue cuestionarme lo que decía. Me puse pesada y el hombre echó a este chico del local. No obstante, cuando yo abandoné el local, el susodicho volvió a entrar.
Tras lo sucedido, y ya que no teníamos pruebas para denunciar ante la Policía, decidimos hacerlo a través de las redes sociales. Fue en ese momento cuando el local se puso a mi entera disposición, incluso, me ofrecieron las imágenes de las cámaras. No obstante, no lo hacían por mí, sino por su reputación.
Esto tiene que acabar. Los locales deben de poner más medidas de control y crear planes de actuación para evitar estas situaciones. No es justo que las mujeres salgamos a disfrutar con miedo. Mis amigas y yo hemos optado por comprar una especie de tapa para el vaso, tenemos pánico a que nos droguen, nos acosen o nos violen.