Hola. Me llamo Carol, soy de Alicante y estuve afectada por una enfermedad rara conocida como distonía.

La distonía es un trastorno del movimiento que se caracteriza por contracciones musculares involuntarias que causan movimientos de torsión repetidos y posturas anómalas que se producen por la contracción muscular. En mi caso fue a causa del estrés, todo de origen emocional.

Mi cuerpo se dobló por completo. Estuve dos años doblada. La cabeza se giró hacia la izquierda y después, lo hizo el cuerpo. El cuerpo grita lo que llevas dentro y yo, aunque me dijeron que no tenía cura, decidí que iba a recurrir a terapias alternativas, como el yoga o la meditación, para mejorar.

Lo que sí me dijeron es que había un tratamiento con Botox para relajar el músculo, pero nunca me preguntaron qué era lo que me había ocurrido, ir a lo emocional, que es lo que reivindico.

En mi caso el Botox nunca surgió efecto. En todo el proceso de mi enfermedad, me derivaron a neurología en Alicante y el Doctor me comentó que mi distonía era muy severa, por lo que me trasladaron a Barcelona. Allí estuve En tratamiento durante dos años con un equipo fantástico.

Me mandaron muchas pastillas, pero yo las fui dejando poco a poco porque no quería tomármelas y estar todo el día dormida. Poco después y gracias a la meditación, mi mentalidad cambió y empecé a hacer yoga, terapias acuáticas como el surf, ya que el agua es súper buena porque te puedes mover libremente. Ahí es cuando comenzó mi proceso de auto sanación, con aceptación, rendición al momento presente y gratitud, hasta que al final me curé. Si estás en lucha con la vida, lo que haces es empeorar, así que hay que evolucionar siempre a mejor. No luches, supera los obstáculos desde el aprendizaje.

Yo defiendo tomar primero responsabilidad. Aceptar la enfermedad y ser responsable. Una de las cosas que me hizo curarme fue pensar que esa enfermedad había llegado a mi vida de repente para enseñarme algo y evolucionar como persona, pero que lo mismo que llegó, se podía ir.  

A partir de ahí descubrí el camino espiritual de estudiarse a uno mismo. Yo no estaba en el camino correcto, no estaba haciendo lo que quería hacer. Mientras tanto me fui formando en las terapias que me servían. A día de hoy soy coach en gestión emocional y acompañante en bioneuroemoción, profesora de yoga y técnicas de respiración y meditación. Cuando me sané decidí irme a Filipinas a vivir. Al volver a España y durante el confinamiento comencé a ayudar a otras personas vía online.

A mí me gusta trabajar con las emociones y con la capacidad que tenemos para cambiar nuestra condición física a través de la mente y de nuestro entorno, gracias a la plasticidad cerebral. Cualquier persona que sienta o piense que su enfermedad puede ser causada por un origen emocional, aquí estamos para trabajarlo juntos. No hace falta tener una enfermedad, solamente sentir que algo emocional te está afectando.

Sobre todo, trabajo mucho con personas afectadas por distonía. Ellos sienten vergüenza porque es una enfermedad muy visible. Yo les digo que es un proceso al que deben de enfrentarse poco a poco. Los afectados tienden a encerrarse en casa porque no quieren que nadie les vea y yo, ante eso, les digo que se vayan a caminar por un sitio donde no haya mucha gente para que vayan perdiendo ese miedo a salir a la calle. Trabajamos mucho la autoestima porque al principio se pierde.

Estamos acostumbrados a tratar bien a los demás, pero con nosotros mismos somos muy duros. Aceptar la vida tal y como es, por muy jodida que sea, puesto que siempre viene a enseñarnos algo. Es por eso que, después de mi experiencia con la distonía y de formarme mucho, les pediría a los Diputados del Congreso que se tenga más en cuenta el tema emocional. Está demostrado científicamente que el estrés enferma. Los médicos te dan una pastilla o un pinchazo, pero no se va al origen de la enfermedad. Entonces, me gustaría que las personas no se queden con el pronóstico de una enfermedad y dejen toda la responsabilidad de su sanación en manos de terceros.