Soy Cesar Giménez y soy una persona discapacitada físicamente. Tengo casi 50 años y vivo con mis padres porque cobro únicamente la pensión no contributiva, con lo que no me da para vivir de manera independiente, derecho fundamental que debemos tener todas las personas discapacitadas que lo necesitamos.

En el año 1999 llegó a España desde Estados Unidos el movimiento de Vida Independiente que se basa en el derecho de las personas con diversidad funcional a elegir y controlar su propia existencia, con todos los apoyos que ayudan a articular esa acción. Es ahí donde entra el concepto de la asistencia personal, que es la mejor forma de promover e intentar ayudar en la independencia de todas las personas y de que tengamos el control sobre nuestras necesidades.

En mi caso, estoy en un programa piloto en Andalucía que promueve dicho movimiento y cuento con dos asistentes personales. Este programa empezó siendo un privilegio y ahora es una pesadilla porque no se dan las cantidades suficientes y no se universaliza el servicio. Según la Ley, la mayoría de personas no cobramos lo suficiente como para poder contar con una asistencia personal digna y suficiente.  Yo, por ejemplo, no puedo teclear, por lo que esa figura de apoyo teclea por mí. No puedo meterme solo a la ducha, por lo que ella me ayuda. Y es ella la que me lleva en su coche para que pueda hacer mis tareas pendientes.

La asistencia personal para muchos de nosotros es imprescindible para llevar la vida independiente que es nuestro derecho. Y esta vida consiste en poder elegir y controlar a la persona que te brinde ese apoyo necesario que te permita llevar este derecho humano a la práctica. Porque eso es lo que es, un derecho humano, un derecho reflejado en la Constitución de manera implícita y que está recogido en la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con diversidad funcional.

David Sánchez Caballero pertenece a MEB - habilitación, un recurso de atención profesional a personas en situación de dependencia que intenta encontrar soluciones para que las personas tengan una vida mejor. Se ha dedicado siempre a la atención a personas con diversidad funcional y además de coincidir en la relevancia de esta demanda, explica que “se supone que los profesionales somos los que sabemos lo que esa persona necesita, pero en muchas ocasiones hay un choque entre lo que los profesionales detectamos y las necesidades reales de la persona. Es decir, las personas en situación de dependencia deben ser quienes expresen lo que quieren y necesitan para poder darles la vida independiente que deben tener”.

Somos un grupo oprimido como los demás, con sus variaciones típicas. Cada persona con discapacidad tenemos unas necesidades de apoyo diferentes. No es lo mismo mi discapacidad física, que una discapacidad intelectual o visual. Hay muchos intereses creados a favor de que la asistencia personal no prospere y no se están cumpliendo los derechos humanos de las personas en situación de discapacidad. Por ello queremos dirigirnos a los miembros del Senado. Son necesarias acciones concretas y eficaces por parte de las instituciones para que las personas con diversidad funcional podamos tener la vida autónoma que nos pertenece por derecho, empezando porque los programas piloto con asistentes personales como en el que estoy yo se conviertan en una realidad para todos, y sirvan como transición rápida hacia un cambio en la normativa autonómica.