Pregunta para Cortes Valencianas

He tenido ataques de ansiedad que he podido resolver con terapia privada ¿Cuándo se van a destinar más recursos a la sanidad pública para ofrecer unos servicios de salud mental de calidad?

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Claudia Boyer Pregunta de Claudia Boyer

Me llamo Claudia, tengo 28 años y soy de Alicante.

Soy entrenadora personal y coach por lo que siempre me he dedicado a animar a la gente, tengo mucha energía y me considero una persona muy alegre y optimista. Sin embargo, en el año 2018 la ansiedad entró en mi vida. Un día mientras estaba dando clase tuve que pararme porque me empezó a doler mucho el pecho, y pensaba que me estaba dando un infarto. Se me pasó, y no le di mucha importancia hasta que el mismo episodio se repitió a las semanas. Me sucedió lo mismo mientras estaba dando clase. En ese momento, empecé a tener miedo de dar clases porque creo que me va a suceder lo mismo.

Decidí acudir a mi médica de cabecera para contar lo que me estaba pasando, y su respuesta fue que tenía que recetarme medicación para que me pudiera derivar a psicología, con una larga lista de espera. No quería medicarme, primero quería saber qué es lo que me estaba pasando, y como siempre he sido muy positiva decidí intentar gestionarlo por mi misma. Sin embargo, los episodios cada vez fueron a más y empezaron a afectarme en más ámbitos de mi vida, no solo en el laboral. Empecé a tener ataques de ansiedad conduciendo, en supermercado etcétera. 

Me encontré sola e incomprendida porque no sabía que es lo que me estaba pasando. Sabía cuáles eran mis impedimentos, pero seguía con mi vida normal. Dejé el gimnasio donde daba clases y me puse a estudiar dietética y nutrición y un día en clase tuve de nuevo un ataque de ansiedad. Ese día fue cuando decidí llamar a un profesional de salud mental, y acudir a terapia. Busqué ayuda y gracias a la terapia puede aceptar y comprender que es lo que me estaba pasando. Mi estilo de vida era muy acelerado, con mucho estrés por lo que iba siempre en automático sin parar a pensar, sin pararme ni un solo segundo a respirar. Gracias a la terapia aprendí herramientas y técnicas para gestionar mi emociones y poco a poco mis ataques de ansiedad fueron desapareciendo. Actualmente no he vuelto a tener ataques, y sí siento que alguna situación puede generarme ansiedad pongo en práctica las herramientas que he aprendido en mi terapia para gestionarla. Mi estilo de vida ha cambiado, ya no es tan acelerado y le dedico más tiempo a cuidar mi salud mental, a través de la meditación y respiración. 

Es muy importante pedir ayuda, porque yo me sentí sola e incomprendida cuando fui a mi médica de cabecera y la solución fácil fue mandarme medicación. Yo he tenido la suerte de tener recursos económicos y poder pagarme una terapia privada, pero no todas las personas pueden, y es muy injusto porque todas las personas deberíamos de tener acceso a una sanidad mental pública de calidad. 

Lo importante es comprender qué es lo que nos está pasando, y para ello necesitamos herramientas para comprenderlo, y conocernos mejor a nosotros mismos. Sin embargo, las enfermedades mentales siguen estando muy invisibilizadas en la sociedad, y lo sé porque lo he vivido en primera persona. No se hablan de ellas, hay muchos estigmas y si se normalizara hablar de ansiedad, depresión, emociones muchas personas no se sentirían incomprendidas ni solas. 

Por mi experiencia vivida, me gustaría dirigirme a los políticos de las Cortes Valencianas para pedir que haya más integridad en el mundo laboral con las personas que tienen enfermedades mentales, porque son personas igual de válidas y todas las personas tenemos derecho a trabajar en aquello que nos gusta. Además, es necesario que se dote de más recursos, tanto profesionales como económicos, a la sanidad pública para que los servicios de salud mental sean de calidad y accesibles a toda la ciudadanía. Por último, para romper con todos los estigmas e invisibilidad sobre las enfermedades mentales se debería de tratar en los colegios desde edades muy tempranas la inteligencia emocional para poder comprender y gestionar nuestras emociones, y entender, por ejemplo, que estar triste no es malo. Lo malo es cuando esa emoción se enquista por no haberla gestionado de manera correcta y deriva en ansiedad, depresión…De ahí la importancia de educar en inteligencia emocional. 

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Pregunta dirigida a: Cortes Valencianas

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