A los parados mayores de 45 años nos cuesta Dios y ayuda poder recolocarnos en otro sector activo cuando perdemos un trabajo estable. Nos discriminan por la edad, no nos apoyan financieramente con dinero público cuando emprendemos proyectos empresariales para autoemplearnos debido a que no tenemos ahorros propios suficientes. No nos juzgan por nuestras cualidades laborales si no por la edad, marginación que se suma a otros factores como la xenofobia en caso de extranjeros o gente racializada, u la presencia física (gordos, o no muy agraciados). Necesitamos por ley una cuota que permita insertarnos laboralmente de una forma efectiva y un apoyo para que recobremos otra vez una seguridad laboral que vamos perdiendo con el paro prolongado.