Me llamo Cristina y vivo en Catalunya. Cuando tenía 25 años, me puse la vacuna del Virus del Papiloma Humano (VPH). Aun así, después de menos de un año, di positivo. Los médicos me informaron de que tenía una pequeña lesión y que me harían seguimiento, pero que de entrada no me preocupara porque estando controlada tenía pocas probabilidades de desarrollar un cáncer. Me visitaban cada seis meses. Con 31 años me quedé embarazada y cuando mi hijo tenía 15 meses, empecé a sangrar, aunque seguía dándole de mamar. Me percaté de que la menstruación en cuestión me estaba durando demasiado y así me lo confirmó, también, la comadrona cuando se lo consulté. Después de explorarme, consideró que podía ser que estuviera embarazada de nuevo, pero finalmente se descartó la opción y decidieron practicarme una biopsia. A los tres días, me llamaron y me indicaron que tenían que operarme de manera urgente, ya que me habían detectado un tumor maligno en el cuello del útero.

Me practicaron una histerectomía radical que conllevó la menopausia quirúrgica. Después de un año, padecí una recidiva vaginal y tuve que empezar a recibir tratamiento de radioterapia y de quimioterapia. La radioterapia fue muy agresiva y desde entonces, cada dos años aproximadamente, he ido desarrollando metástasis pulmonar; cuando aparecen manchas, me radian con un láser que apunta directamente dónde está el tumor. Estoy en seguimiento constante. Debido a los tratamientos, he padecido unos efectos secundarios severos como la mutilación genital; a modo de reacción, la vagina se me ha cerrado completamente. Tampoco produzco ni estrógenos ni progesterona. Es en este sentido que considero que se debería de mejorar la inversión que se destina a la investigación del cáncer; con el fin, sobre todo, de mejorar tanto la efectividad como la agresividad de los tratamientos. Por otro lado, pero en el mismo sentido, considero que las instituciones deberían de actuar a modo preventivo con relación con el VPH e investigar, también, sobre ello; se debería de trabajar para encontrar la solución para erradicar el virus, que en mi caso es persistente. Sobre los riesgos que conlleva padecerlo, creo que hay que incidir en la creación de campañas de concienciación sobre la patología. También creo necesario apostar para impulsar campañas de educación sexual efectivas.

Finalmente, quiero poner de manifiesto que, teniendo en cuenta los efectos secundarios que padezco, estoy echando muchísimo de menos la figura de una psicóloga sexóloga clínica especializada en mis patologías que me acompañe en el proceso. Por todo lo presentado, me dirijo a los políticos del Parlament de Catalunya, ya que son quienes me representan, para que me respondan a las preguntas: Además de mejorar la inversión para la investigación, ¿por qué no se fomentan campañas de educación sexual para prevenir el VPH y se implementa la figura de la sexóloga clínica especializada?