Me llamo Cristina, tengo 21 años y estoy diagnosticada de leucemia linfoblástica aguda.

En agosto del 2020, mientras estaba trabajando, empecé a encontrarme muy mal. Tenía fiebre y estaba cansada. Me fui a casa y llamé a mi médico de cabecera, quien me indicó que debía realizarme una PCR, pues en ese momento los contagios por COVID-19 estaban creciendo. El resultado de la prueba fue negativo, pero al ver que me seguía encontrando mal, me revisaron y vieron que tenía una infección importante en el oído. Me mandaron antibióticos y la otitis mejoró algo, pero seguía sintiéndome muy cansada.

Pocos meses más tarde, en noviembre, me operaron de apendicitis, ya que los médicos pensaron que mi malestar general podía deberse a una inflamación del apéndice. Empecé a encontrarme algo mejor, pero en enero regresé a mi médico de cabecera. Volvía a sentirme muy cansada y tenia fiebres altas, sobre todo por las noches. Me realizaron varias pruebas y, en un análisis de sangre, los valores que salieron no eran los normales. Me derivaron al hospital, me practicaron una punción y el 10 de marzo me detectaron leucemia linfoblástica aguda.

Ese mismo mes empecé un tratamiento de quimioterapia con inmunoterapia, que lamentablemente no funcionó, y hace unos meses me detectaron metástasis en el hígado.

Ahora, ya en casa pero aislada, he empezado una quimioterapia más fuerte. En dos semanas me realizarán pruebas para ver qué tal está funcionando el tratamiento y valorarán la posibilidad de hacerme un trasplante de médula.

Me siento muy agradecida a todo el personal del hospital que me está atendiendo, ya que desde el primer día me he sentido muy bien atendida. En cambio, creo que es fundamental aumentar la investigación contra el cáncer y facilitar toda la información necesaria para poder donar.

Por ello, me dirijo a la Junta General del Principado de Asturias, con el objetivo de que destinen más recursos a la investigación del cáncer y a la visibilización de la realidad que atravesamos los pacientes oncológicos.