Pregunta para Asamblea de Madrid
Sufrí cáncer de mama con 38 años. ¿Cuándo se va a aumentar la investigación para una detección precoz del cáncer ginecológico?
Me llamo Cristina Tejedor, tengo 44 años y he sobrevivido a un cáncer de mama.
En enero de 2016, cuando tenía 38 años, estaba en casa con mis dos hijas, una de 8 años, y otra de año y medio. De repente, la pequeña se apoyó de golpe en mi pecho derecho y sentí dolor. A continuación me lo toqué y me descubrí un bulto del tamaño de una almendra.
Esa misma noche, hablando con mi hermana, le comenté lo ocurrido. Ella me sugirió que adelantara mi revisión ginecológica, fijada para febrero o marzo, pero preferí no modificarla, quizá temiendo lo que se me venía encima.
Entre medias me bajó la regla y, curiosamente, el bulto desapareció. Llegó el día de la cita y le comenté a mi ginecóloga lo ocurrido. Automáticamente solicitó que me realizasen una mamografía en la que se veía perfectamente el bulto. A continuación, pidió que me realizasen una punción, tras la que me diagnosticaron cáncer de mama.
En ese momento le pregunté a mi ginecóloga si me iba a morir, ya que si no había solución, mi plan era hipotecarme hasta las cejas y viajar por todo el mundo con mis hijas hasta que el cuerpo aguantara. En cambio, la doctora insistió en que estaba en la mejor unidad de cáncer de mama de España, cosa que el tiempo me ha confirmado, y me explicó los pasos a seguir.
En el mes de abril me operaron con éxito, eliminando el tumor y comprobando que ningún ganglio estaba afectado. A continuación, Anatomía Patológica analizó el tumor para determinar el mejor tratamiento, y en mayo empecé las sesiones de quimioterapia. En total fueron 16: las cuatro primeras se administraban cada 21 días, y las 12 restantes de forma semanal.
Sufrí los cambios físicos que todos conocemos: pérdida de pelo de la cabeza a los pies, aumento de peso, ya que comía sin parar, y algún sarpullido espontáneo. Aún así, puedo decir que no lo pasé muy mal.
Fueron pasando los meses y el 3 de noviembre me enfrentaba a mi última sesión de quimioterapia. Entre medias, me iban preparando para las sesiones de radioterapia, haciendo mediciones y tatuajes para radiar en la zona precisa.
Durante el tratamiento, me pusieron en contacto con genética, ya que en mi familia hubo varios casos previos con cáncer de mama y realizaron un estudio más concreto de mi tumor. Este resultó tener su factor genético BRCA2, lo que implicaba mi predisposición a desarrollar cáncer de tipo ginecológico. Me ofrecieron reducir este riesgo y en diciembre de 2016 volví a pasar por quirófano para someterme a una mastectomía bilateral y a una ooforectomía. Este factor genético hizo que finalmente no tuviese que someterme a las sesiones de radioterapia.
Me siento muy afortunada por haber podido salir adelante y quiero mostrar mi agradecimiento al Hospital Universitario 12 de Octubre y al equipo de oncología de la Dra. Eva Ciruelos, por su empatía, cariño y profesionalidad. En cambio, considero fundamental destinar más recursos al diagnóstico precoz del cáncer.
Por ello, me dirijo a la Asamblea de Madrid con el objetivo de que aumenten la investigación contra el cáncer, apostando por un diagnóstico precoz para que esta enfermedad, cada vez más frecuente en personas jóvenes, no se cobre más vidas.