Mi nombre es Curro, soy enfermero y resido en Sevilla. 

Por suerte o por desagracia, la crisis sanitaria del COVID-19 sirvió para que la ciudadanía se diera cuenta de la importancia de tener un sistema de Salud fuerte y en condiciones. Sin embargo, después de todo ello, las condiciones de los enfermeros siguen siendo igual de precarias que antes del Estado de Alarma. Quiero contar mi propia experiencia para concienciar a la ciudadanía y que la gente no se olvide que seguimos aquí y somos imprescindibles para la sociedad. 

Cuando estalló la pandemia me llamaron de una residencia de ancianos de Sevilla, supuestamente medicalizada, para atender a los enfermos. Acepté, porque ante esa situación no podía quedarme de brazos cruzados. Cuando llegué, me encontré con la mayoría de las personas contagiadas, sin los recursos necesarios para atenderlos y un personal sanitario escaso. Los enfermeros intentamos hacerlo lo mejor que pudimos, pero prácticamente no contábamos con material médico ni EPIS (utilizamos mascarillas quirúrgicas porque no había FPP2) y por las noches solo había un enfermero. 

Estuvimos saturados y fue muy frustrante ver que, a pesar de todos los esfuerzos, decenas de personas fallecieron en la residencia. Trabajar en esas condiciones fue un shock en todos los niveles, en mi caso perdí 8 kilos debido a los largos turnos, apenas comía ni dormía y no veía a mi familia por temor a contagiar. La escasez de valoración por parte de médicos hizo que no supiéramos exactamente qué necesidades tenía cada paciente y que adoptáramos el rol de médicos y enfermeros a la vez. 

Poco a poco la situación se fue estabilizando y todo volvió a la normalidad. Empezaron a reducir plantilla y muchos enfermeros nos quedamos sin trabajo, aunque en mi caso tuve suerte y al cabo de un tiempo empecé a trabajar en otro hospital del País Vasco.

Hay varios puntos que considero que deberían de cambiar para garantizarnos unas buenas condiciones laborales. En primer lugar, es esencial invertir en Sanidad Pública. Eso ayudará a que tengamos más recursos y que no vuelvan a ocurrir situaciones como las que pasamos en los últimos meses.

Además, es fundamental abrir más plazas para enfermeros y personal sanitario. Durante la pandemia se pudo ver como el sistema desbordó en parte por la escasez de personal. Con el personal sanitario adecuado podemos garantizar una atención individualizada y de calidad a cada paciente, y dar lo mejor de nosotros mismos. 

También es importante remarcar la valoración de las especializaciones de los enfermeros. Después de terminar la carrera, pasamos por dos años de “formación” en una especialidad que después no será reconocida. Durante estos dos años hacemos de “becarios” siendo ya enfermeros titulados, y nuestro salario no es equiparable al trabajo que hacemos. Cuando ya te has especializado, esa especialidad no es válida a menos que sea la de matrón, entrando en las mismas plazas de enfermero general. Considero que, ya que pasamos dos años formándonos, esa especialidad debería de tener algún valor. 

Los sanitarios hemos estado en primera línea durante la crisis sanitaria del COVID-19, con unas condiciones paupérrimas y saliendo adelante como hemos podido. Una sociedad avanzada es una sociedad que cuenta con un sistema sanitario fuerte y preparado. Ahora más que nunca éste se debería de reforzar. 

Para muchos enfermeros, nuestra profesión es vocacional. Solamente teniendo unas buenas condiciones podremos disfrutar de nuestro trabajo, y así trasladar todo el cuidado y atención necesaria a los pacientes. Unas buenas condiciones de trabajo se traducen en una atención sanitaria de calidad para la ciudadanía.

Por este motivo, siendo de Sevilla, me dirijo a los miembros del Parlamento Andaluz para que destinen más recursos en Salud Pública, para así mejorar las condiciones de los sanitarios y garantizar los recursos necesarios a los hospitales.