Pregunta para Asamblea de Madrid
Padecí un cáncer de cérvix. Me detectaron un VPH de alto riesgo y la enfermedad a la vez. Se debería de mejorar la inversión en investigación, así como trabajar para mejorar el protocolo de detección de esta tipología de cáncer
Me llamo Diana y vivo en Madrid. En 2016, cuando mi bebé tenía 20 meses y yo tenía 30 años, me diagnosticaron un cáncer de cérvix en estadio IIB, desencadenado por padecer tres tipos de Virus del Papiloma Humano (VPH) de alto riesgo.
Por aquel entonces, llevaba un tiempo largo (desde que me quedé embarazada) sometiéndome de manera constante a revisiones rutinarias de control ginecológico y todas las pruebas que me hacían salían correctas; no se me detectó absolutamente nada. Fue en diciembre de 2015 que empecé a padecer hemorragias. Acudí al ginecólogo y la primera vez no vieron nada, pero cuando acudí por segunda vez, al explorarme percibieron una mancha y decidieron practicarme una biopsia. También me hicieron una citología y la prueba del VPH y me dieron cita para enero.
Cuando acudí, el médico de cabecera me indicó que la citología había salido correcta, así que no tenía que preocuparme, pero al poco tiempo llegó la llamada que me indicaba que tenía que acudir a consulta para que me dieran los resultados de la biopsia. Me detectaron un cáncer de cérvix que, a posteriori, concretaron que se encontraba en estadio IIB, que significa que el cáncer se ha diseminado del cuello uterino al tejido que rodea el útero. Sobre el Papanicolau, los resultados indicaban que padecía tres tipologías de VPH de alto riesgo.
De entrada, me plantearon como opción realizarme una histerectomía, pero más tarde consideraron que no serviría porque el cáncer ya se había diseminado y que tenía que someterme a los tratamientos protocolados que son la quimioterapia, la radioterapia y la braquiterapia. También me informaron que era importante practicarme una intervención quirúrgica complicada llamada linfadenectomía y que sirve para analizar los ganglios linfáticos pélvicos y paraaórticos con el fin de detectar posibles células cancerígenas. Todo salió bien, no existía afectación, así que una vez operada, empecé con el tratamiento.
La quimioterapia y la radioterapia me las dieron a la vez. Después, me hicieron cinco sesiones de braquiterapia. Después de un tiempo, me informaron de que estaba en remisión y desde entonces, estoy limpia de enfermedad. En estos momentos, me practican revisiones rutinarias de control cada medio año.
Mi proceso de enfermedad me ha hecho percatar sobre la importancia de dar visibilidad al aspecto de la vacunación en relación con el VPH. Hay una gran parte de las mujeres que no estamos vacunadas para protegernos del virus y considero que a nivel institucional se debería de trabajar para concienciar sobre los riesgos de contagiarse. Yo me vacuné una vez estuve limpia de enfermedad, pero tuve que pagar aproximadamente 600 € para las vacunas, ya que no las cubre la Seguridad Social para las mujeres que nacimos antes de 1996; las instituciones deberían de tener claro que hay muchas mujeres que no se pueden permitir este gasto.
Además, pienso que se debería de hacer sensibilización sobre el hecho de que el VPH es un virus de transmisión sexual; es muy fácil que te contagies si mantienes relaciones sin protección y hay muchas mujeres que están contagiadas y que no lo saben. Es muy probable que no existan síntomas y es por eso que creo imprescindible acudir a las revisiones ginecológicas pertinentes. En relación con lo último, pienso que serían necesarias de hacer una vez al año como mínimo y cuanto antes mejor. Las mujeres deberían de poder recibir la atención en cuestión, incluyendo citologías de manera regular desde edades tempranas. El protocolo de detección de los cánceres ginecológicos tiene que mejorar.
Es imprescindible, según mi punto de vista, que se garantice que la Seguridad Social puede ofrecer todas las pruebas necesarias para la prevención y para la detección temprana del cáncer en las revisiones ginecológicas rutinarias. Finalmente, también veo crucial mejorar la inversión pública que se destina a la investigación del cáncer; es la única vía de avance hacia la curación y la mejora de los tratamientos.
Por todo lo presentado, me dirijo a los políticos de la Asamblea de Madrid: “Se debería de mejorar la inversión en investigación, así como garantizar que se incluyen todas las pruebas imprescindibles en las revisiones ginecológicas para la prevención del cáncer”.