Me llamo Eduardo, tengo 30 años y resido en Murcia. Estudié bellas artes y siempre me he dedicado mayoritariamente a la pintura y a la fotografía; a los 15 años, mi vida cambió.

Me diagnosticaron Asperger a los 15 años, pero por diversos motivos personales, no tuve un diagnóstico definitivo hasta los 17; todo fue gracias a un pedagogo de mi colegio, fue el que notó mis síntomas y puso en conocimiento de ello a mi familia, que hasta entonces, no habían percibido nada parecido.

En primer lugar, acudí a la seguridad social, pero el resto de informes que he ido recabando, han tenido que ser por parte de la sanidad privada. Las terapias y psicólogos a los que he tenido que recurrir, también han sido por el ámbito privado; es algo tremendamente necesario, en mayor o menor medida, son los que supieran cómo ayudarme a superarlo, a aceptar esta condición.

Las personas con Asperger necesitamos visibilidad más allá de lo que se pueda trabajar en los colegios o institutos, la gente tiene que ser más consecuente con las personas que tenemos Asperger; no puede ser que, cuando vean ciertos comportamientos o conductas que tienes en la calle, te miren raro. Por otra parte, es fundamental que mejoren las condiciones en la seguridad social y aceleren los procesos de diagnóstico, además de otorgar ayudas para poder costearnos todas las terapias y especialistas que requerimos.