Soy Estefanía, la mamá de Thiago, que es un niño que tiene autismo.

Como os podéis imaginar este último año ha sido especialmente difícil con el confinamiento y la pandemia. Por ejemplo, a mi hijo le ha costado acostumbrarse a que llevemos mascarilla y a veces me la tengo que bajar para que pueda leer mi expresión. También fue difícil tener que hacer la terapia que realizaba fuera en casa durante los meses de confinamiento.

Pero aún así Thiago es un niño muy feliz y normal, simplemente es diferente en algunos aspectos.

En mi familia, hemos decidido que mi hijo acuda a un colegio de educación especial porque la inclusión en un colegio ordinario resultaba insuficiente y poco práctica. Únicamente podían tener a una persona que le ayudara durante dos horas y media al día. Y hacer las terapias que mi hijo necesita después del colegio, pagadas por nosotros. 

Es un círculo vicioso, si mi hijo solo puede acudir al colegio durante unas horas y después tenemos que llevarle a terapias que tenemos que pagar, o yo o su padre tendríamos que dejar de trabajar. Y no podríamos pagar las terapias. Es algo muy frustrante. 
En cambio, en el colegio de educación especial tiene ayuda durante las clases, durante la comida y las terapias que necesita todos los días (sensorial, logopeda, motricidad...) 

Mi hijo está muy contento en su nuevo cole pero es primordial que estas terapias y estas ayudas se destinen a los niños con autismo desde el momento en el que se diagnostican. Desde la guardería y de forma pública necesitan tener terapia sin tener que esperar a poder entrar en un colegio especializado.

No se puede tardar más de dos años en recibir las ayudas, que son escasas, para poder pagar unas terapias que se han de realizar de la manera más temprana posible para que nuestros hijos evolucionen y se estimulen para poder tener la mejor vida posible.