Pregunta para Parlamento de Catalunya
He superado un cáncer de mama diagnosticado a los 27 años. Hay factores que fomentan el desarrollo de enfermedades. ¿Por qué no se apuesta para la investigación como arma para luchar a favor de la prevención?
Me llamo Ester y vivo en Barcelona. Cuando tenía 27 años, me diagnosticaron un cáncer de mama. Aunque todo apuntaba a que se podía tratar de un cáncer hereditario, ya que mi madre murió debido al hecho de que padeció la misma enfermedad, se acabó descartando. Se trataba de un cáncer de mama hormonal que me detecté duchándome. Me percaté de que tenía una bola dura justo debajo del pezón. Aunque la creencia general y lo que suelen decir los médicos especialistas es que los tumores malignos no hacen daño, a mí sí que me hacía.
Acudí a urgencias de ginecología y el profesional que me visitó consideró que no se trataría de nada preocupante, ya que yo era muy joven, así que pidió cita para que me hicieran una ecografía mamaria dentro de dos meses. Yo, habiendo vivido el proceso de enfermedad de mi madre estaba convencida de que alguna cosa no iba bien. Decidí acudir a urgencias en el hospital y exageré todos mis síntomas para que accedieran a hacerme pruebas. Les dije que los dolores eran severos, que tenía historial familiar con cáncer de mama y que estaba convencida de que se trataba de un tumor.
Gracias a esto, en menos de 24 horas ya me habían biopsiado y me habían hecho todas las pruebas correspondientes. Mi tumor medía, aproximadamente, cuatro centímetros, pero presentaba los bordes muy definidos. La misma semana, empecé con el tratamiento de quimioterapia. Los tratamientos los recibí durante dos años. Después de la quimioterapia, me hicieron una mastectomía y después radioterapia. Hace aproximadamente tres meses, he acabado con la reconstrucción del pecho. Actualmente me hacen revisiones hospitalarias una vez al mes porque estoy dentro de un ensayo clínico.
Los tratamientos fueron duros. No solo en el ámbito físico sino también emocional y económico. Cuando empecé a recibir quimioterapia, yo estaba compartiendo piso y buscando trabajo. Mis padres murieron y aunque tengo a mi hermana mayor, me percaté de que el soporte emocional y económico cuando padeces una enfermedad de estas características es básico. Tuvieron que ponerme el Port-a-Cath, un objeto que se coloca debajo de la piel y que sirve para repartir la quimioterapia por todo el cuerpo. Cuando lo hicieron, pasé muchísimos nervios y miedo, y creo que aunque evidentemente la prioridad durante el proceso en cuestión es salvar la vida del paciente, mientras este está vivo también tiene que ser prioridad garantizar su calidad emocional. Desde el hospital me ofrecieron beneficiarme del servicio de psicooncología, pero estaba tan saturado que no me han dado cita hasta ahora, después de dos años.
Es por todo lo contado que me dirijo a los políticos del Parlament de Catalunya, ya que son quienes me representan. También quiero destacar el hecho de que mi cáncer no fue hereditario, sino que se desarrolló por aspectos genéticos. Hay falta de recursos públicos destinados a la investigación en el ámbito genético. Considero que la apuesta para lo último sería la mejor arma para luchar a favor de la prevención. En este sentido, quiero que me respondan a la pregunta: ¿Por qué no se apuesta para la investigación genética como arma para luchar a favor de la prevención?