Me llamo Esther y vivo en Galicia. En 2016 vivía con mucha presión. Estaba a cargo de tres personas dependientes; mi madre, mi padre y mi padrino. A finales de año, mi padrino falleció, y 15 días más tarde mi padre también. Entonces me quedé al cuidado de mi madre y debido a las circunstancias tuve que cerrar la oficina de seguros que regentaba. Pasé a depender de mi marido.

En 2017, cuando parecía que todo se estabilizaba, me llamaron para hacerme una mamografía rutinaria. Fui a hacérmela tranquila, ya que yo iba al gimnasio, no fumo, no bebo alcohol, etc. Una vez hecha, me llamaron para que acudiera de nuevo al médico para repetir la prueba, ya que habían visto algo que no era normal. Cuando fui por segunda vez, me hicieron un seguido de pruebas y entre ellas la biopsia. Me informaron que no tenía «buena pinta» y más tarde me anunciaron que padecía un cáncer de mama Her2 positivo.

Yo no tuve ningún síntoma. Mis tumores eran tres puntitos dispersados, así que decidieron practicarme una mastectomía. De entrada me dijeron que no me tendría que someter ni al tratamiento de quimioterapia ni al de radioterapia. Aun así, mientras me estaban interviniendo quirúrgicamente, decidieron que hiciera 12 sesiones de quimioterapia y que me sometiera a un tratamiento específico para tratar el cáncer de mama que padecía yo.

Cuando terminé la quimioterapia, seguí con el tratamiento específico, el cual me anunciaron que era cardiotóxico. Como durante la operación ya me hicieron la reconstrucción del pecho y llevaba una prótesis, no me podían hacer una ecografía en el corazón sino que tuvieron que hacerme una prueba de medicina nuclear con contraste. Entonces se percataron de que el medicamento me provocaba arritmias y suspendieron las dos sesiones que me quedaban. Hasta ahora me he estado recuperando y sigo en ello, y actualmente me hacen revisiones rutinarias cada seis meses.

En estos momentos estoy lidiando, también, con los efectos secundarios derivados de los tratamientos. Solicité la prestación para personas con discapacidad y me la dieron considerando que tengo un 34%, pero no sirve para vivir; si estuviera soltera no podría mantenerme. El resto de ayudas económicas que he pedido no se me han concedido. Los mismos aspectos burocráticos que conlleva hacer las peticiones imposibilitan de manera casi completa el acceso a las mismas.

Considero que a las personas que padecemos una larga enfermedad como es el cáncer, que nos quedamos sin trabajo debido a las circunstancias y para quienes la reinserción laboral es prácticamente imposible, se nos tendría que tener en cuenta y facilitar el acceso a las ayudas económicas disponibles. Es por esto que me dirijo a los políticos del Parlamento de Galicia, ya que son quienes me representan, para que respondan, concretamente: ¿por qué no se revisan las ayudas económicas disponibles y los requisitos para acceder a ellas?

Por otro lado, actualmente estoy pendiente de una operación debido a una patología previa al cáncer y tengo alguna que otra dolencia a diferentes partes del cuerpo. Los médicos, de momento, no dan importancia a mis quejas relacionadas con la salud. Me gustaría trasladar a las instituciones la necesidad que hay de que se invierta a favor de la detección temprana en los hospitales para que así los profesionales sanitarios puedan dar la atención que necesite cada paciente sobre todo cuando el mismo presente patologías previas.