Mi nombre es Eusebio y soy padre de Cristian, de 26 años, con síndrome de Down y una discapacidad del 75%. Vivimos en Rellinars, un pueblo de la provincia de Barcelona, y Cristian acude cada día al centro ocupacional LaFACT de Terrassa. 

Durante años este trayecto lo realizaba con el microbús adaptado que pasa por nuestro pueblo y que gestiona el Consejo Comarcal del Vallès Occidental. Pero un día ya no le dejaron subir, alegando que Cristian ya no estaba escolarizado y que ese transporte es solo para alumnos. 

Ya hace dos meses que no dejan subir a Cristian al autobús y esto ha trastocado toda nuestra rutina como familia y, en especial, la de Cristian. Yo, siendo padre monoparental, tengo que faltar dos horas diarias al trabajo, que después he de recuperar, para poder llevar a mi hijo a Terrassa, mientras que el autobús sigue pasando por la puerta de nuestra casa y tiene plazas disponibles. No entendemos cómo es posible que no puedan ponerse de acuerdo entre las administraciones y dejar subir a Cristian para que pueda recuperar su autonomía y dirigirse al centro, donde hace un trabajo indispensable para su día a día y calidad de vida. 

No es la primera vez que ocurre. Cuando Cristian cumplió 21 años, tampoco le dejaron usar el servicio porque había terminado el último curso en la escuela de educación especial Fátima de Terrassa. Pero me quejé y conseguí que le volvieran a aceptar. No obstante, cinco años después, la historia se repite. 

Con esta petición, busco mostrar la realidad de estas situaciones, que atentan directamente contra los derechos de las personas con discapacidad, como es en el caso de Cristian. Y pido a las administraciones competentes y a los representantes del Parlament de Catalunya que, por favor, nos escuchen. 

Es urgente y necesario que se garantice un transporte adaptado para las personas con discapacidad que así lo necesiten, especialmente en las zonas rurales, donde la frecuencia y horarios del transporte público hacen prácticamente imposible a estas personas poder moverse con autonomía y adaptarse a su rutina.
 

No pueden seguir ocurriendo estas cosas. Porque hoy se trata de Cristian, pero mañana se tratará de cualquier joven con discapacidad que cumpla los 18 años o acabe la escuela. Y mientras se habla de inclusión y las administraciones se pasan el problema de unos a otros, Cristian continúa sin poder subirse al bus. 

Es por ello que pido desde aquí la máxima difusión y apoyo a esta campaña. Necesitamos que nos escuchen.  ¡Gracias a todos!