La política consiste en elegir cómo pagamos impuestos para definir cómo construimos la sociedad. Por tanto, el impuesto de sucesiones y donaciones como cualquier otro impuesto es un impuesto politizado, porque la forma en que lo definimos supone cómo queremos que sea la sociedad.

Es más justo que pagues por lo que heredas que por lo que trabajas. La mayor parte de la riqueza del país  se hereda. Es decir, hay una clase social que a lo largo de generaciones conserva la riqueza. Mediante el impuesto de sucesiones se favorece una sociedad un poco más igualitaria,  de forma que la sociedad que contribuyó a crear esa riqueza de beneficie en algún momento también de ella. El impuesto de sucesiones se carga especialmente sobre las rentas altas, de hecho la mayor parte de la gente preocupada por él en realidad está exenta de pagarlo.

Otra cosa es el impuesto municipal de la plusvalía. Este último lo paga todo el mundo, y ha sido declarado inconstitucional en algunos casos. Estamos de acuerdo en  revisarlo porque puede suponer un abuso, y dado que mucha gente desconoce cómo funciona la administración no pueden defenderse. Una parte de la población debería estar exenta de pagar la Plusvalía y ambos impuestos deberían tener en cuenta la renta de la persona que hereda, es necesaria una modernización y revisión de la legislación en este sentido. Pero el impuesto de sucesiones bajo ningún concepto se puede suprimir.

Las rebajas que se han hecho en los últimos años en el impuesto de sucesiones suponen una merma de ingresos en el estado de más de 2.000 millones de euros.  Ese dinero que algunos ricos no pagaron otros lo han tenido que poner. Asturias tiene una deuda de 4.000 millones de euros, no puede ni debe endeudarse más. Para hacer frente a los arreglos de las carreteras, al mantenimiento de los hospitales, o de los colegios, hace falta dinero y el dinero viene de los impuestos por lo que no pueden suprimirse.