El odio y el acoso, tanto en la calle como en las redes, hacia las personas asiáticas se ha incrementado durante la pandemia. ¿Qué están haciendo las instituciones para frenar esta ola de sinofobia?

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Me llamo Eva, tengo 19 años y vivo en Málaga. Cuando era pequeña mis padres me adoptaron, por lo que mis rasgos faciales son diferentes a los de mi familia. Debido a esto, durante la infancia recibí algún comentario discriminatorio. Vivimos en una sociedad que ignora la diferencia, aunque nunca ha llegado a afectarme demasiado. Sin embargo, la pandemia ha generado una creciente ola de odio hacia las personas asiáticas, que, como hemos podido ver, han sido rechazadas en público o se han convertido en el blanco de insultos y ataques racistas. ¿Qué se está haciendo para frenar esto?

En mi caso, cuando estalló la pandemia todavía iba al instituto. Recuerdo que un día, cuando iba a coger el autobús para volver a casa como de costumbre, unos niños se me acercaron y escuché que entre ellos decían: “cuidado, no te acerques mucho a ver si te va a pegar algo”. Como esta hubo otras conductas visibles que pueden hacer mucho daño, aunque sea indirectamente. Por ejemplo, el hecho de entrar en un local o utilizar el transporte público y que la gente te huya. 

Las redes también se llenaron de comentarios discriminatorios. Lo peor es que muchas veces, cuando intentas corregir a alguien o explicarle que su conducta no es la correcta lo toman como un ataque personal y no rectifican. 

Yo misma, he llegado a sentir miedo al salir a la calle por si me pasaba algo. La prensa y la televisión mostraban cada día agresiones a locales o personas asiáticas por el simple hecho de serlo. Este es un tema que ha causado graves problemas de salud mental como la agorafobia, la ansiedad o la depresión, sobre todo entre los más jóvenes.

No nos ofende que nos llamen “chinos”, nos ofende que lo hagan como un insulto. Creo que el hecho de ser adoptada todavía se estigmatiza mucho. No es algo que esté mal visto como tal, pero la gente todavía tiene un tabú enorme respecto a esto. Las personas adoptadas no somos una “segunda opción”. Es necesario concienciar y educar sobre esto para fomentar la idea de que no es tanto el derecho a ser padres sino el derecho de los niños y niñas a tener una familia. 

Estoy cansada de la discriminación, de los prejuicios y del estigma que hay en torno a la adopción. Por eso me gustaría pedir que se tomaran medidas para que nadie tuviera que explicar cuál es su origen ni sentirse excluido por ello. ¿Por qué no se trabajan valores como el respeto, la diversidad y la tolerancia desde los centros educativos para que no volvamos a pasar por esto?

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