Necesitamos urgentemente desprecarizar al sector predoctoral, tener los mismos derechos que el resto de trabajadores. No tenemos becas, tenemos contratos. 

Desde la Ley de Ciencia 14/2011 los investigadores predoctorales dejaron de tener una beca de 2 años sin cotización ni derecho a paro más otros 2 años de contrato, y pasaron a cotizar como cualquier trabajador desde el primer año. Es decir, pasamos de ser becarios a ser trabajadores de pleno derecho. El marco jurídico que regula nuestros contratos es el Estatuto del Personal Investigador Predoctoral en Formación (EPIF), aprobado en marzo del 2019. Este RD 103/2019 estableció, por fin, un salario mínimo para todos los predoctorales, pero el sueldo se actualiza cada año.

El contrato predoctoral no es un contrato en prácticas, y por lo tanto, deberíamos tener derecho a la indemnización por finalización de contrato. Se requiere una modificación de la normativa URGENTE que garantice el derecho a indemnización del personal investigador en formación ya que es un derecho laboral básico. Investigar es trabajar.

Por otro lado, necesitamos un calendario fijo de publicación de las convocatorias de las ayudas que se cumpla. Por el bien de nuestra salud mental, no podemos pasarnos 8 meses o más, desde que nos matriculamos, esperando para saber si vamos a recibir o no la ayuda que nos permita seguir adelante con nuestro trabajo. Vinculado directamente a esto, es esencial también que se reconozcan los trienios de antigüedad en todos los casos, ya que estos conllevan un aumento de sueldo, algo muy importante para un sector como el nuestro que cobra un sueldo mileurista. 

Es por eso que el personal investigador en formación seguirá luchando para que se nos reconozca como trabajadoras de pleno derecho. Exigimos al gobierno que nos escuche y que reconozca la importancia de nuestro trabajo de una vez. Porque sin investigación no hay futuro, pero sin derechos laborales tampoco.