Pregunta para Asamblea de Madrid

Tuve que someterme a un autotrasplante de médula ósea porque padecí un Linfoma cerebral. Además de mejorar la inversión para la investigación del cáncer, ¿por qué no se apuesta para reforzar el sistema sanitario y garantizar diagnósticos tempranos?

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Me llamo Franco y vivo en Madrid. En marzo del año pasado, me pusieron ortodoncia metálica y la semana siguiente, pasé el Covid. Después de los 15 días de cuarentena, me empecé a sentir mal; tenía, sobre todo, ardores de estómago. De entrada, los achacaba a la ortodoncia. En mayo acudí tres veces a urgencias y finalmente me derivaron con el médico digestivo, que consideró que tenía que hacerme una analítica, un TAC y una gastroscopia. De los resultados, no se extrajo ninguna conclusión concreta. En julio, cuando me vi con la especialista en cuestión, le planteé que me encontraba cada vez peor y que estaba perdiendo peso muy rápidamente. Entonces me explicó que de las analíticas se podía extraer que padecía un poco de gastritis y alguna otra patología común. A mí me parecía extraño; no dormía bien, seguía teniendo dolores estomacales, etc.

Los profesionales sanitarios que me trataban consideraron derivarme a otro departamento. Decidí quitarme la ortodoncia y el médico endocrino me recetó batidos para complementar las comidas. También me visité, entonces, con una nutricionista y consideraron darme cita en psiquiatría. Estábamos a finales de agosto y me diagnosticaron depresión y ansiedad. Empecé, entonces, a medicarme por lo mencionado. Yo seguía sintiéndome muy mal y mi psiquiatra consideraba que el malestar se derivaba de la depresión. Fueron pasando los meses hasta que en octubre, un día, tuve un accidente en casa. Me caí, me di un golpe en la cabeza y me desmayé. La mediación que tomaba para la depresión y la ansiedad me dejaba muy mareado y achaqué los hechos a esto. Cambié de psiquiatra y le pedí un cambio de medicación. Para hacerlo, le expliqué lo que me había pasado y me dijo que tenía que acudir a urgencias para revisar los efectos que hubiera podido causar el golpe.

Al día siguiente, en el trabajo, me desmayé de nuevo. Una amiga y su marido, me llevaron al hospital. Por aquel entonces, yo medía 1,70 m y pesaba 47 kg. Me hicieron analíticas y otras pruebas diagnósticas. Entonces, la neuróloga me informó que habían visto algo extraño en el cerebro y consideró practicarme un PET-TAC y una punción lumbar. Al día siguiente, me informaron de que padecía un linfoma cerebral. Repitieron las pruebas y lo confirmaron. Me propusieron empezar con un tratamiento de quimioterapia enseguida, pero yo estaba muy débil, así que empecé después de una semana, exactamente el día 11 de octubre ingresé en el hospital. Durante la semana que estuve sin tratamiento, me contuvieron con corticoides. Una vez empezado el tratamiento, comencé a engordar; todos los síntomas estomacales previos eran derivados del linfoma.

Después de cuatro meses, el 2 de febrero, terminé el tratamiento de quimioterapia. Cuando me hicieron el control a la mitad del tratamiento, me informaron de que el linfoma ubicado en el cerebro había desaparecido, pero que las células cancerígenas no habían desaparecido del todo, así que tuvieron que practicarme un autotrasplante de médula ósea. Ingresé en abril y estuve tres semanas en el hospital. Salí el 2 de mayo y en estos momentos me estoy recuperando. Me hacen revisiones semanalmente y parece que por el momento todo va bien.

A partir del momento en que me detectaron el linfoma todo fue rodado; la atención que he recibido y que sigo recibiendo es muy buena y muy rápida, pero durante todos los meses que estuve sin diagnóstico lo pasé mal. Creo que si en julio, cuando la médica digestiva me mandó a hacer algunas pruebas diagnósticas, me hubieran practicado un PET-TAC, que es una prueba mucho más concreta que un TAC, el cáncer se hubiera podido detectar antes y se habría ganado tiempo; crucial para tener un buen pronóstico frente a la enfermedad. Es en este sentido que considero que habría que garantizar que el sistema sanitario público tiene los recursos necesarios para ofrecer una atención completa y pertinente a todas las personas que acuden a los centros de salud con algún tipo de sintomatología.

Es en este sentido, y también destacando la importancia que tiene invertir a favor de la investigación del cáncer para avanzar hacia la curación y hacia tratamientos más eficaces y menos agresivos, que me dirijo a los políticos de la Asamblea de Madrid, ya que son quienes me representan: Además de mejorar la inversión que se destina a la investigación del cáncer, ¿por qué no se apuesta para reforzar el sistema sanitario y garantizar diagnósticos tempranos?

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