La humanización en pacientes de salud mental es muy importante tanto de cara al enfermo como de cara a la familia, los dos pilares fundamentales.
Mateo, te saludo, mucho ánimo, podéis contar con nosotros para lo que haga falta.
En el tema de la salud mental yo creo que los dos pilares fundamentales tienen que ser el paciente y la familia y hay que abordarlo de manera conjunta. No podemos olvidar el papel que tiene la familia a la hora de abordar la salud mental.
El papel soporta todos los planes de salud, ya sean de salud mental u otros. Lo que hay que hacer con los planes de dotarlos de presupuesto. Un plan de salud mental o de lo que sea, si no viene acompañado de una dotación presupuestaria no sirve para nada. Por lo tanto, hay que meter el dinero donde de verdad hace falta. Se puede ahorrar mucho presupuesto, no nos cansaremos de decirlo, pero para eso hay que invertir en lo que verdaderamente hace falta.
Una de las carencias fundamentales que me parece que hay es el de la formación. Hay que procurar que los profesionales puedan formarse para aplicar los métodos necesarios. En el tema de las contenciones, tiene que haber formación para aplicar una proporcionalidad. También hay que formar a la población, haciendo campañas de concienciación para luchar contra el estigma que actualmente existe sobre la salud mental. Eso no se puede hacer de manera única desde la consejería de la sanidad, debe haber un trabajo conjunto entre la de sanidad, la de educación -porque la salud mental está en los centros educativos- y desde la consejería de políticas sociales.
Hablando de los centros educativos, como pediatra que soy, quiero reivindicar las necesidades que hay de psiquiatría infantil. Nosotros estamos a favor de que se reconozca la psiquiatría infantil. Pero los problemas de salud mental infanto-juveniles están abandonados, porque es un campo que es terreno de nadie. Yo como pediatra he vivido lo que es tener a un niño con problemas de salud mental y sé el calvario que se vive para poder ser atendido.
Además, la salud mental no debe ser un tema a puerta cerrada, debe estar abierto para que el paciente pueda mantener su vida dentro de lo que supone el tener que estar hospitalizado. Y también creo que deberíamos plantear alternativas a la hospitalización porque hay momentos en los que, sin estar en la fase aguda, los pacientes necesitan estar con un control más estrecho, una supervisión. Por ello planteo el crear alternativas residenciales que podrían mantener la vida del paciente sin perder de vista esa humanización que es fundamental en todos los casos cuando estamos ante una persona que sufre. Y aún más relevante es la humanización en pacientes de salud mental tanto de cara al enfermo como de cara a la familia.
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Me llamo Mateo, tengo 27 años y actualmente vivo en Madrid. Durante mi vida laboral he trabajado como cuidador de niños, entrenador de fútbol, en un centro de mayores, en una tienda y, en definitiva, en muchos lugares de cara al público. Tengo pareja, una familia que me apoya, unos amigos estupendos… ¡Ah sí! también tengo esquizofrenia.
Tengo esquizofrenia diagnosticada desde los 17 años aunque he sufrido síntomas desde los 13. Os quiero contar qué ha supuesto para mí que me pusieran esta etiqueta, por supuesto, desde mi experiencia ya que no soy psicólogo ni psiquiatra ni tengo formación científica en salud mental.
Lo hago con la intención de poder dar una esperanza a aquellas personas que han sido diagnosticadas y lo ven todo muy oscuro, o no tienen el apoyo que necesitan para salir adelante. Y también con la intención de luchar contra el estigma a través de mi historia.
Cuando tenía 17 años, mi psiquiatra me dió un sobre que incluía mi diagnóstico. Decidí abrir ese sobre junto a un profesor al que todavía le estoy muy agradecido. Cuando leí la palabra que describía lo que me pasaba, me enfadé con el mundo e intenté buscar culpables. Incluso llegué a pensar que yo tenía la culpa de una enfermedad que, en mi caso, se desarrolló por dos factores: componente genético y experiencia traumática. Ambos ajenos a mí. Ahora entiendo que, como me dijo este profesor, soy mucho más que “esquizofrénico”. Pero en ese momento se me cayó el mundo encima. El imaginario colectivo que crean los medios de comunicación alrededor de la esquizofrenia no hace ningún bien.
Si sumamos esa idea de ‘esquizofrenia’ tan estereotipada y las condiciones en las que los hospitales tienen a las personas con algún problema de salud mental, llegamos a la conclusión de que hay mucho que mejorar. Las personas ingresadas en psiquiátricos estamos aislados y vigilados constantemente hasta el punto de tener que adaptarnos a unos horarios para poder ir al aseo.
Nos prohíben hablar con otros pacientes, entre otras muchas restricciones, y jamás nos explican por qué. Cada persona es un mundo y estoy seguro de que hay una razón por la que se nos imponen estas normas. Pero eso no quita que eché en falta empatía por parte de mis médicos. En definitiva, necesitaba sentirme una persona y dejar de ser considerado un número o paciente. Ante todo, soy persona. En un momento en el que para ti todo se derrumba, una visita, o una actividad de apoyo son convierten en detalles importantes. La falta de comprension y cariño por parte de los profesionales, te aleja de ver la luz al final del túnel.
En las plantas para personas con problemas de salud mental, no importa que te hayan ingresado por un brote psicótico o por trastorno en la alimentación, todos estamos juntos. Es decir, vemos terapias de electroshock, personas atadas y otras situaciones que no son agradables de ver. Por todo lo mencionado, me gustaría pedir, cariño y mejor trato por parte de los profesionales y la sociedad. Cuando una persona ha perdido muchas cosas como familia, amigos, pareja y, sobre todo la esperanza, cree que va a ser incapaz, discapacitado, un número. Por ello pido la realización de actividades sociales, apoyo social que nos ayuden a volver a sentir el cariño de las personas.
Necesitamos poder sentir que somos parte de esta sociedad para dejar de sentirnos como "un caso perdido" o "un peso de la sociedad". Aunque lo que más me destrozó no fue vivir eso, sino la incógnita de no saber lo que me pasaba ni cómo iba vivir despues de haber sido ingresado, ya que no tenia ejemplos de personas que se habian recuperado de un problema de salud mental. Pero sí existen. Se necesita integrar a estas personas además de no juzgar sin conocer.
Detrás de un brote psicótico y un ingreso, hay una experiencia muy dura. Como abusos, bulliyng, violaciones, malas compañías, miedos, humillaciones y fobias que incentivan ese diagnóstico.
Hoy, han pasado 10 años desde mi último ingreso por un brote psicótico. Soy feliz y me gustaría que más gente pueda tener algo que yo no tuve: ejemplos positivos. Por ello decidí contar mi experiencia en redes sociales, bajo el nombre de ‘Soy como el aire’, porque, para mí, el aire y el viento son como las emociones, las puedes notar, pero no se ven.
Políticos del Congreso de los Diputados espero que quieran ver que las personas con un problema de salud mental necesitamos su atención y su comprensión. ¿Por qué las plantas para personas con un problema de salud mental no cuentan con actividades que nos ayuden a insertarnos?
Apoya y comparte mi campaña, ¡no al estigma por la salud mental!