Pregunta para Senado

Soy Georgina, ciclista amateur con diabetes a quien quisieron prohibirle hacer deporte. La diabetes, no nos limita, pero sí nos obliga a consumir insulina de por vida. ¿Por qué este tratamiento no es gratuito si es vital para esta enfermedad crónica?

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Georgina Agell Pregunta de Georgina Agell

Hola soy Georgina, para muchos, una rebelde con diabetes tipo 1 con un lema por bandera: “Con diabetes también se puede”. Una marca que ya se conoce en varias partes del mundo, y con la que se identifica una gran comunidad consciente, de que la diabetes, es una enfermedad crónica con la que se puede hacer vida normal. 

Son muchos los estereotipos erróneos que se mantienen a día de hoy entorno a la diabetes. El consumo de azúcar está prohibido: “¿Qué haces con un bollo en la mano? no puedes comer eso “, el ejercicio físico debe ser de nulo a moderado: “no es recomendable que hagas deporte”, y al que se suma, el desconocimiento sobre el gasto sanitario que se produce en torno a la diabetes de por vida.

Es por este último motivo que lanzo esta petición. Porque, aunque una parte del gasto de la insulina está subvencionado por la seguridad social, necesitamos que este sea gratuito en su totalidad, como el tratamiento vital que necesitamos consumir para controlar los niveles de glucosa en sangre de por vida. Esto es, seguir vivos, y evitar sufrir mayores complicaciones en nuestra salud.

El gasto farmacéutico de un paciente con diabetes al mes es muy variable. Rondando desde los 5 euros, hasta los 10, 25, 45, o más. Si eso, lo multiplica por doce meses, durante toda la vida, el gasto que tenemos que hacer de obligado cumplimiento es considerable, pudiéndose a incrementar por dos, tres o incluso más, si el número de diabéticos es mayor en el núcleo familiar. Por lo que un acceso gratuito de la insulina, garantizaría el acceso equitativo a todos los pacientes en igualdad.

Evitando una preocupación económica menos, a quienes se ven obligados a readaptar su estilo de vida por la diabetes, luchar contra los prejuicios de valor de la sociedad, e incluso de profesionales médicos que infravaloran las capacidades físicas y el control alimentario de sus pacientes. Con recomendaciones limitantes, que se suponen quieren “cuidar de la salud del paciente”, pero acaban dañándote psicológicamente. 

Y sí, doy fe de ello por experiencia propia. En mi caso, mi `debut diabético´ se dio el día de los Inocentes a los 7 años de edad. Me venía encontrando muy cansada para lo activa y deportista que yo era, bebía mucha agua, tenía mucha sed, orinaba con bastante frecuencia y tuve una bajada de peso considerable. 

El primer diagnóstico fue de una gastroenteritis, hasta que me encontraron mis padres inconsciente en la cama, con los ojos en blanco, por todos los días de hiperglucemias que llevaba acumulados. Y llegaron las recomendaciones médicas de la `vieja escuela´, nada de azúcar, cuidado con los hidratos y recomendable no hacer grandes esfuerzos deportivos.

Es decir, todo lo que me gustaba, me era restringido así de repente, lo que me llevó a vivir una adolescencia complicada en la que no aceptaba mi enfermedad. Me llegaba a molestar que me preguntasen tanto qué niveles de glucosa tenía, que me dijesen lo que no podía comer en celebraciones o que no pudiese beber lo mismo que mis amigos de fiesta. Era como un constante recordatorio de no estás bien, no puedes disfrutar, y acababa por comer lo que me daba la gana y pincharme cuando consideraba. Total, a pesar de mis esfuerzos, muchas veces no conseguía alcanzar los valores correctos, y la bomba de insulina para mí no era una opción por el miedo a sentirme más diferente aún. 

Hasta que con 17 años me obligaron a llevarla, y con el tiempo, comprendí las facilidades que me daba para el control de la insulina y evitar mayor número de pinchazos a la semana. Además, la vida me mostro en otros casos, que el descontrol de la glucosa quitaba años de vida, que se podían tener secuelas físicas o incluso poder llegar a perder la vida. Por eso la importancia de aceptar que era diabética, la mejor opción para gestionar la frustración.

Y con ese cambio de mentalidad es cuando aprendí que, si sabes calcular bien los hidratos de carbono, y las unidades de insulina que te pones, puedes comer con total libertad. Y si los niveles de azúcar en sangre no son perfectos, pueden ser causa de una gripe, nervios, la menstruación… o cualquier otro motivo, porque los altibajos también existen. No tenemos que engañarnos, y por supuesto, saber, que por encima de todo, ¡el ejercicio físico con diabetes se puede!

Siendo tan competitiva, lo que más molestaba es que me dijesen que no podía hacer algo, y el “como eres diabética no puedes ser ciclista” fue el comentario que más rabia me dio. Me hizo dejar mi sueño aparcado hasta el punto que me planté, y me dije, yo voy a ser ciclista, al menos en mi día a día. Y ese inconformismo, se reflejó en la indignación de no ser candidata a recibir un sensor de glucosa por falta de subvención, el sistema me discriminaba, y puse mi cuerpo al límite practicando ciclismo durante 24 horas en el circuito de Catalunya Montmeló.

El resultado fue sorprendente, el reto tuvo mucha difusión, y detrás del lema que se creó, “Con Diabetes también se puede” se formó una gran familia que demostraba que juntos, unidos, podíamos con todo.

Por ello muestro mi forma de vivir con deporte y diabetes en @no_limits_dt1 , para que pueda llegar al ser el apoyo incondicional que yo no tuve en su momento, y ayudar a familixs, personxs o animales con diabetes que me necesiten. Esta es una de mis mayores felicidades, junto al apoyo incondicional de mis seres queridos, amigxs, y familia deportiva.

Si los sistemas de monitorización continua de glucosa, consiguieron ser incluidos en la cartera común de servicios del sistema de salud, la financiación pública de la insulina también es posible.

¿Me ayudas a que esta petición sea escuchada con tú apoyo y difusión?

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