Pregunta para Cortes de Castilla-La Mancha
Tengo una hija de casi 6 años con TEA y la experiencia en un colegio ordinario fue una odisea. ¿Cuándo vamos a entender que los colegios de educación especial son fundamentales para el desarrollo de los niños con trastornos de este tipo?
Me llamo Goyi, resido en un pueblo de Ciudad Real y tengo una niña de casi 6 años con Autismo. Fue muy deseada, yo ansiaba tener una niña, y cuando nos dijeron el sexo del bebé, nos pusimos muy felices. Trabajo en Salud Mental y desde los 8 meses, noté que algo pasaba; las comparaciones son odiosas, pero yo ya tenía un hijo, y por mi trabajo, observaba ciertas cosas; el problema es que no quería verlo. Decidí acudir al pediatra, le hicieron pruebas de audición y todo estaba perfecto; después acudimos al neurólogo, vieron que todo estaba bien y nos derivaron a una unidad especial. Cuando tenía 16 meses nos dieron el diagnóstico, Marina tenía Autismo.
Fue un proceso tremendamente duro, primero porque, como madre, no lo quieres ver, y segundo porque me sentía sola, tanto mi pareja como el resto de familiares, creían que eran cosas mías, que era muy pequeña y ya evolucionaría más adelante; solo me sentí apoyada por mi hermana.
Una vez recibido el diagnóstico, empezamos a recibir terapia ocupacional; en Castilla y la Mancha recibes Atención temprana hasta los 3 años más o menos, momento en el que comienza la etapa escolar y te la retiran; a pesar de ello, era un día a la semana, algo totalmente insuficiente. Mi obsesión era que hablara, que se comunicara, de la manera que fuera, y en Atención temprana, solo se centraban en los pictogramas. Me llegaron a decir que si no era consciente de que mi hija siempre iba a ser como un mueble, no iba a hablar ni hacer nada. Finalmente, abandonamos este centro y acudimos al CEDIAC, fue la mejor decisión que tomamos.
Una vez finalizado el CEDIAC, venía la etapa escolar, con la mala suerte de que nos pilló todo el tema del covid. En un principio, queríamos que acudiera al mismo centro concertado que su hermano, pero todo eran pegas: que si no había personal especializado, que no la iban a atender bien… no nos decían directamente que no la admitían, pero nos daban otras opciones de escuelas alternativas a esa. Al final, decidimos cambiar a ambos niños de colegio. Esto fue un gran error; la profesora que le tocó al principio se volcaba mucho en ella y todo iba genial, hasta que pasó a segundo y la nueva no era nada comprensiva con la situación. Lo peor es que Marina tiene muchos ciclos de insomnio y se autolesiona en bastantes ocasiones, además, puede llegar a manifestar conductas un tanto hostiles con los demás.
Necesitamos que mantengan los colegios de educación especial, son fundamentales para el desarrollo de estos niños. Tendemos a pensar que lo mejor es la inclusión en un colegio ordinario, pero no es así; puede ser una buena opción en casos concretos de niños con autismo leve, pero los niños con un autismo severo, requieren un trato especial y una atención constante que un colegio ordinario no puede otorgarles.