Pregunta para Congreso de los diputados

La investigación contra el cáncer nunca será suficiente, pero mientras tanto: ¿Cuándo contarán todas las Comunidades Autónomas con una Unidad de Terapias Avanzadas?

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A mis 28 años, en 2018, el cáncer llegó a mi vida, una enfermedad muy familiar para muchos pero poco susceptible de ser contada y compartida. Su llegada me cambió por completo. Fui diagnosticado de un linfoma de Hodgkin. Una simple afonía nos llevó a detectar después una anomalía e inflamación en uno de mis ganglios que rodeaba la carótida, y ahí lo vieron, tratando de silenciarme. Sin embargo, no hizo más que darme fuerzas para ponerle voz a una victoria que en demasiadas ocasiones se vislumbra remota. 

Mi nombre es Willy Ormaetxea, tengo 33 años y soy de Barcelona. Hace ya algún tiempo que la enfermedad remitió, y ahora, al echar la vista atrás, aún son muchas las acciones necesarias para que un proceso como el mío deje de ser silenciado, desconocido y olvidado.

Síntomas, tratamientos, procesos, anécdotas y muchas personas acompañan la convivencia con el cáncer. Tras el primer diagnóstico, fui intervenido, además de recibir los correspondientes tratamientos de quimioterapia y seguimiento posterior. Pero aquello no terminaba ahí. Después me sometí a un autotrasplante, momento en el que ya fui trasladado al Hospital Vall D’Hebron de Barcelona, donde continuaría todo el proceso. 

La enfermedad había remitido entonces, todo marchaba bien. A los pocos meses, unimos fuerzas y organizamos con éxito un torneo solidario para recaudar fondos en favor del Hospital Sant Joan de Déu, en el que participaron más de un centenar de personas. Aún quedaban muchas causas por las que seguir luchando. Lamentablemente, la primera revisión tras la pandemia dejó ver que había recaído. Había llegado el momento de activar la inmunoterapia, un tratamiento relativamente nuevo y muy distinto que en apenas 4 meses me hizo entrar en remisión completa. Eran buenas noticias. No obstante, el equipo médico debía decidir si, en condiciones óptimas, un trasplante de médula con un donante 100% compatible era la alternativa más viable para asegurar la curación completa. 

La respuesta era sí. Debía someterme a un trasplante de médula ósea con donante. Y, gracias al REDMO, lo encontramos. Ingresé en la UTA –Unidad de Terapias Avanzadas—, una planta nueva en el Hospital Vall D’Hebron donde viví todo el proceso. Aislado en una habitación pero nunca solo. Me acompañó un equipo de personas y profesionales increíbles que me apoyaron día a día y con quienes logré superar uno de los momentos más difíciles de mi vida.

El pasado 3 de marzo celebré mi primer cumple vida. La investigación nunca será suficiente y aun así yo soy uno de esos pacientes oncológicos que, de alguna manera, pueden sentirse afortunados, puesto que el linfoma de Hodgkin es un cáncer muy estudiado y con el que siempre hubo un nuevo tratamiento, otra opción, en definitiva, una oportunidad. El trasplante de médula ósea continúa siendo hoy ese gran desconocido del que gran parte de la población nunca ha oído hablar, pero que siempre necesitará la ayuda y el compromiso de todos.

Si estoy aquí es para reivindicar la habilitación de más Unidades de Terapias Avanzadas a nivel nacional, en los hospitales de referencia de todas las Comunidades Autónomas. Estas plantas específicas de cuidados intensivos brindan la atención y los procedimientos que muchos pacientes oncológicos requieren. Compuesta por tan solo 12 habitaciones, en Barcelona pasan por ella poco más de 100 personas al año. Lo cual denota lo primordial que se ha vuelto una mayor inversión en este tipo de unidades, para que pacientes que viven a muchos centenares de kilómetros no tengan que dejar atrás su hogar y su familia para además sumirse en un proceso tan arduo y doloroso, y para que los profesionales que trabajan y conviven con los pacientes tengan todas las condiciones necesarias. Extiendo mi petición a nuestros y nuestras representantes en el Congreso de los Diputados, puesto que en sus manos está la posibilidad de dar más pasos que encaminen la Sanidad Pública en esta dirección. Sres. y Sras. Representantes: ¿Cuento con su apoyo y compromiso?

Mi vocación y mi proceso oncológico se fusionaron hace algún tiempo en mi cabeza, formando un vínculo que debía exteriorizar de alguna manera. Así es como se fraguaron las primeras huellas del que será mi primer documental como guionista y director. Con él pretendo mitigar, mínimamente, aunque sea, el desconocimiento que existe sobre el trasplante de médula y además concienciar a la sociedad no a través de una explicación técnica sino a través de un viaje emocional. 

¿Por qué os cuento todo esto? Porque si vuestro granito de arena se une a mi causa, quizá juntos podamos cambiar el curso de esta historia. 

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