Me llamo Helena y convivo con un tumor cerebral que me diagnosticaron hace cuatro años. 

Si bien siempre había sufrido migrañas, hace cuatro años, cuando tenía 37, tuve una muy fuerte, con vómitos y mucho dolor. Un médico vino a verme a casa y me aconsejó que visitase a mi doctora. Cuando fui a verla, me dijo que por protocolo me iba a solicitar una resonancia. Al ver los resultados, me dijeron que tenía un tumor en el cerebelo.

A continuación, me repitieron la resonancia y me hicieron un PET TAC con el que me confirmaron que se trataba de un tumor primario de bajo grado. Aunque no es demasiado agresivo, el problema que presenta es la localización, pues es muy profundo y está pegado al cuarto ventrículo, muy cerca del tronco cerebral. No es inoperable, pero la intervención conlleva mucho riesgo.

Por ahora, el tumor no ha crecido, y al no saber cómo me puedo quedar tras su extirpación, han decidido continuar con un abordaje expectante. No recibo ningún tratamiento, salvo para los dolores de cabeza y los mareos, aunque tampoco tienen claro que estos se deban al tumor. Además, me someto a revisiones periódicas, antes cada tres meses y ahora cada seis.

Tras cuatro años conviviendo con el tumor, no han sabido especificarme de qué tipo es ni darme un pronóstico concreto. Si bien es un cáncer poco frecuente, no por ello su investigación es menos importante. Además, durante todo el proceso he echado muy en falta el apoyo psicológico y me he sentido muy poco visibilizada por el hecho de no parecer enferma. 

Por ello, con esta iniciativa pido al Parlament de Catalunya que destine los recursos necesarios para que todos los tipos de cáncer estén investigados y les den la misma visibilidad, pues muchas personas, a pesar de encontrarnos en un peso normal y no haber perdido el cabello, estamos igualmente enfermas.