Pregunta para Asamblea de Madrid
¿Por qué no se habilitan teléfonos en los hospitales para poder hacer campañas de acompañamiento telefónico a los pacientes de cáncer?
¡Hola! Mi nombre es Irene, y he superado recientemente un linfoma de hodgkin. Todo ello, por supuesto, en tiempo de pandemia, por lo que la burbuja en la que el cáncer te obliga a estar, se amplifica porque es una burbuja dentro de otra, la pandémica.
Tengo 33 años y una familia maravillosa que me ha ayudado a superar esta fase de mi vida. Además, he tenido la suerte de tratarme en el Hospital Clínico, en Madrid, en la unidad de hematología, con un equipo de sanitarios que, tanto los médicos como enfermeras, han sido cercanos y muy humanos, además de grandes profesionales.
En todo momento he agradecido mucho tener un acompañamiento telefónico ya que, a causa de la situación nacional, los abrazos y los besos no han sido posibles. A ellos se une una persona que me ha acompañado en todo momento, una voluntaria que me “amadrinó” y que me ha hecho tener la sensación de que el peso de mi tratamiento era algo compartido.
Es por esta razón por la que me gustaría impulsar una campaña de acompañamiento telefónico (en el que, por supuesto, me declaro la primera voluntaria), para servir de apoyo emocional y vital a aquellos que, ahora mismo o en el momento que sea, atraviesen esta enfermedad. Creo que el hecho de que personas que ya la hemos superado seamos voluntarias es importante porque podemos hablar desde nuestra experiencia.
Es muy duro ser fuerte cuando estás recibiendo quimio porque, en el fondo, sabes que estás recibiendo veneno, pero un día, otro paciente de cáncer que atravesaba lo mismo que yo me dijo que aquello era veneno sanador, y ya desde entonces lo vi desde otra perspectiva. Este es uno de los motivos de peso por los que las campañas de acompañamiento telefónico son importantes: el aportar un segundo punto de vista y el poder “soltar lastre” del tiovivo físico y emocional que se vive durante el tratamiento.
Por otro lado, y en mi caso, los cambios más duros que viví fueron los efectos secundarios, llámese dolores, caída de cabello, falta de apetito, entre otros. Es entonces cuando me di cuenta que debía aferrarme mucho a mi personalidad porque, a fin de cuentas, esa es la única que no cambia. Me gusta pensar que dentro de mí ha nacido un roble que me ha sujetado para no caer.
El cariño, el optimismo y el tener fuerzas es imprescindible, y para que los pacientes de cáncer siempre gocen de ello, ahí estaremos nosotros para darles apoyo.