Pregunta para Senado
Mi hija superó una leucemia que le diagnosticaron a los dos años. Ahora tiene 23. Los tratamientos disponibles le salvaron la vida. Invertir a favor de la investigación es crucial. ¿Por qué no se mejora la apuesta económica pública que se le destina?
Me llamo Isabel y vivo en Asturias. Ángela, mi hija, superó una leucemia que le detectaron a los dos años. Todo empezó un día en el parque: nuestra hija se empezó a quejar de que le dolía una pierna. De entrada, pensamos que se había caído, pero como veíamos que no remitía el dolor, decidimos llevarla al hospital. Le hicieron una placa y no detectaron ninguna irregularidad, así que decidieron mandarnos a casa y nos indicaron que no teníamos que preocuparnos.
Ángela no dejó de llorar en toda la noche, así que, al día siguiente, por la mañana, decidimos volver al hospital. Nos atendió el mismo médico y nos indicó, de nuevo, que volviéramos a casa, y que en principio seguir un tratamiento basado en antiinflamatorios sería la solución. Pasamos el fin de semana y la niña no mejoraba, así que el lunes tuvimos que volver al hospital. Dimos con otra pediatra, que al verla y después de hablar con nosotros, nos indicó que seguramente existiría alguna irregularidad relacionada con el estado de salud de nuestra hija, ya que consideraba que así lo indicaba el hecho de que un niño de la edad de Ángela llorara tanto.
Una analítica de sangre bastó para confirmar que nuestra hija Ángela padecía leucemia. Estábamos en Gijón y nos derivaron a Oviedo en ambulancia. Una vez llegamos, nos instalamos y no salimos del hospital hasta después de un mes. Concretaron la tipología de enfermedad que padecía Ángela y cuál sería el tratamiento que debería de seguir: estuvo un total de dos años en tratamiento de quimioterapia, ya que así lo indicaba el protocolo, aunque después de un mes y medio de empezar ya nos informaron de que la enfermedad había remitido. Una vez terminó con la quimioterapia, nos informaron de que se acababa de aprobar un tratamiento que podía servirle a nuestra hija a nivel preventivo, así que decidimos someterla a él.
Ángela tiene 23 años y lleva 19 años curada. Hace aproximadamente cinco años que le dieron el alta. Nos acordamos de que cuando estamos en el hospital, siempre nos rodeaban familias con niños enfermos como Ángela, o que habían recaído, y eso era poco esperanzador para quienes tenían que hacer frente a diagnósticos similares al nuestro. Tuvimos la suerte de contar con un tratamiento que le funcionó a nuestra hija para curarse. Además, pudimos acceder a un tratamiento complementario más tarde. Todo esto fue gracias a la investigación.
El cáncer infantil se puede curar gracias a la investigación. Considero que hay que trabajar sin descanso para garantizar que todas las familias con un diagnóstico de cáncer tengan la posibilidad de acceder a tratamientos que den resultados. Es por lo presentado que me dirijo a los políticos del Senado, ya que son quienes me representan: ¿Por qué no se mejora la apuesta económica pública destinada a la investigación del cáncer? Es la única vía que lleva a la curación de la enfermedad.