Necesitamos aliados para frenar el acoso callejero y proteger a las víctimas. ¡Dejen de mirar hacia otro lado!

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Me llamo Itzae, soy de México y hace siete años que vivo en Madrid. Ya en México había sido acosada en los espacios públicos, con silbidos, comentarios, miradas… pero, como me movía en coche, nunca había sufrido acoso en el transporte público. Mi primera experiencia de este tipo fue justamente en el metro de Madrid, cuando estaba en segundo de carrera y estaba yendo a la universidad. Tendría unos 20 años.

Todo empezó cuando un hombre se sentó a mi lado. Yo estaba con los audífonos puestos y jugando con el teléfono, así que no estaba muy atenta a lo que estaba haciendo. Pero de repente noté que empezaba a hacer movimientos raros con su teléfono, como si quisiera llamarme la atención. Entonces me torné y vi que me estaba mostrando fotos de su pene.

En aquel momento no supe cómo actuar, fue una situación realmente incómoda y nadie más se estaba dando cuenta de la situación. Quizá ahora, que tengo más experiencia, habría reaccionado de otra forma, por ejemplo yéndome o diciéndole algo. Pero en aquel momento, no quería que supiera que me había dado cuenta de lo que estaba haciendo, no quería darle la satisfacción de saber que me estaba incomodando. Por eso decidí disimular y fingí no haberlo visto. Por suerte, se bajó un par de paradas después.

Hace poco también sufrí acoso, pero esta vez mientras iba en bicicleta. Iba por una calle que no tenía carril bici, así que me puse en el carril derecho con los coches. Entonces uno se puso detrás de mí mucho rato, sin intentar adelantarme, y luego se puso a mi lado. Eran dos niñatos que empezaron a gritarme cosas. Como con los años he decidido no callarme, me puse a responderles para que me dejaran en paz, y ellos reaccionaron escupiéndome. Es preocupante la misoginia que hay, ya sea entre señores mayores o entre chicos jóvenes.

Con los años y las diferentes experiencias que he tenido, he llegado a la conclusión de que, lamentablemente, solo yo misma puedo protegerme del acoso callejero, nadie saldrá a ayudarme. La gente suele estar con sus cosas y quizá no se da cuenta si está presenciando una situación de acoso, o bien sí se da cuenta, pero prefiere mirar para otro lado para no meterse en líos.

Debemos dejar de ser testimonios pasivos y actuar ante cualquier situación de acoso, especialmente cuando las víctimas son niñas o adolescentes. Justo hace poco iba por el parque con mi pareja y mi perro, cuando vi a un hombre con dos niñas, de unos 12 y 7 años. Por el lenguaje corporal, vi perfectamente que las niñas estaban incómodas y que algo no iba bien.

Decidí acercarme con mi perro, con la excusa de que quería saludarlas, y el hombre se fue corriendo. Les pregunté si estaban bien, si lo conocían, y dijeron que no, que se había acercado a la mayor para decirle lo guapa que era y que si quería ir a tomar algo con él. No sé qué habría pasado si no me hubiera acercado a ellas.

Es por todo esto que quiero pedir a las instituciones que se lancen más campañas de concienciación sobre el acoso callejero, para animar a todos y a todas a actuar cuando vean una situación de acoso, especialmente hacia las más jóvenes, ya que pueden ser las más vulnerables. Debemos unir fuerzas para luchar contra el acoso callejero, ¡no mirar para otro lado!

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