Me llamo Jennifer Nieto y hace cuatro años viví muy de cerca el diagnóstico de un cáncer de cérvix en mi familia, en el que las respuestas inciertas fueron una constante a lo largo de todo el proceso.

La persona que lo sufrió, que en ese momento tenía 24 años, se dio cuenta de que algo no iba bien. Sufría reglas muy irregulares y en un corto período de tiempo sufrió dos abortos, uno de ellos derivado de un embarazo ectópico.

Tras realizarse varias pruebas y visitar a diferentes médicos que, por tratarse de una paciente joven, restaron importancia al asunto, uno de ellos detectó algo anormal en una citología. Le realizaron dos biopsias y en una de ellas el resultado mostraba un cáncer de cérvix que, según nos dijeron, estaba muy localizado. En cambio, una vez en quirófano, se dieron cuenta de que estaba mucho más extendido. 

Poco tiempo después de la operación se le realizó una segunda biopsia. Los resultados mostraron que el cáncer volvía a estar ahí, por lo que la paciente tuvo que volver a ser intervenida.

Afortunadamente yo no he padecido ningún tipo de cáncer ginecológico, pero como mujer y madre me siento comprometida con la necesidad de visibilizar este tipo de enfermedades y hacer lo posible para que se investigue más sobre ellos.

Por ello, me dirijo los miembros de la Asamblea de Madrid con el objetivo de que se destinen más recursos a la investigación del cáncer ginecológico en mujeres jóvenes, ya que a pesar de que se produzca en menor medida que en mujeres de edad más avanzada, existe y puede darse de forma muy agresiva.