Pregunta para Asamblea de Madrid
Me llamo Jennifer y he sido discriminada por mi peso desde que tengo uso de razón. ¿Qué medidas están tomando para prevenir el acoso escolar relacionado con el aspecto físico, especialmente por gordofobia?
Me llamo Jennifer, soy de Madrid y desde pequeña he sido discriminada por ser una persona gorda. Recuerdo que para mí ir al colegio era un infierno: recibía constantemente insultos, humillaciones, no tenía ningún amigo y pasé mi infancia y parte de la adolescencia sola.
Recuerdo cuando tenía seis años, en la clase de educación física, nos tomaban las medidas delante de todos. Un día me fui a pesar y se rompió la báscula. Toda la clase se empezó a reír, diciendo que yo la había reventado porque estoy gorda, y un niño de la clase, que además me gustaba, se me acercó y me pegó una patada en el estómago, dejándome sin respiración.
Con ocho años no me atrevía a comer en público, ya que me di cuenta de que la gente asociaba estar gorda con comer mucho, y me daba miedo que me vieran comer y me insultaran. Por eso a veces escondía comida y me la guardaba para no tener que comer más. Una vez me vieron y dijeron que me guardaba la comida para más tarde, porque no podía parar de comer.
También recuerdo que a la hora del recreo me escondía en el baño para no tener que cruzarme con nadie. Cada vez que salía me insultaban y humillaban, llamándome “gorda de mierda”, incluso me llegaron a decir que nadie me quería, ni siquiera mis padres. Todo esto afectó mucho a mi autoestima, pensaba que realmente no merecía nada bueno por culpa de mi peso, me odiaba a mí misma.
En la adolescencia la cosa no mejoró, seguí sufriendo acoso escolar, pero después de tantos años ya estaba acostumbrada a todo aquello, y aprendí a defenderme. Hubo un día en que un chico se rio de mí, me acerqué a él para preguntarle qué le pasaba y que me lo dijera a la cara y así nos reíamos todos, y no pudo decir nada. Le hizo tanta rabia la situación, aparte de que los otros amigos se rieron de él, que se acercó a mi pupitre, tiró mis libros y me pegó un puñetazo que me partió el labio. En aquel momento yo exploté de la rabia y me reboté.
Experiencias como las que cuento hicieron que tuviera trastornos de la conducta alimentaria, así como ataques de ansiedad constantes que me llevaban a autolesionarme para conseguir calmarme. La situación fue tan insostenible que no pude terminar la Educación Secundaria. A los 19 años lo volví a intentar en una escuela de adultos, pero seguí siendo discriminada, esta vez de forma más sutil, con miradas y cuchicheos, pero me afectaban igual, por lo que tampoco pude terminar mis estudios.
He sufrido gordofobia incluso en los momentos en los que me he adelgazado. Una vez perdí peso muy rápido debido a una operación de vesícula cuya recuperación fue muy lenta y muy dura. La gente no paraba de decirme lo guapa que estaba y felicitándome por haber perdido peso. Parece que perder peso es siempre algo bueno, sin importar todo lo que hay detrás.
También recuerdo que mis familiares, para consolarme cuando me hacían bullying, me decían: “piensa que tú puedes cambiar, pero ellos siempre serán así y no tienen arreglo”. Por supuesto sé que lo decían con toda la buena intención, pero con los años me he dado cuenta de que es un comentario gordófobo, ya que da a entender que si dejo de estar gorda, todo me irá mejor.
Es por esto que me quiero dirigir a los políticos de la Asamblea de Madrid, ya que soy de Madrid y son mis representantes en dicha cámara, para que el protocolo de prevención de acoso escolar incluya una sección dedicada a las discriminaciones por el aspecto físico, especialmente aquellas relacionadas con la gordofobia.
A día de hoy, sigo siendo discriminada por mi peso. Muchas veces salgo a la calle y desde lejos me gritan “¡gorda!”. Por suerte he aprendido a quererme tal y como soy, y todos estos comentarios me entran por un oído y me salen por el otro, pero es evidente que la gordofobia está presente en todas partes: trabajo, sanidad, moda, relaciones afectivas, cine… No hay representatividad de las personas gordas, y mucho menos un acompañamiento, parece que incomodamos a la sociedad y no quieren que se nos vea. Espero que poco a poco vayamos cambiando las cosas para acabar con este tipo de discriminación y represión.