Pregunta para Parlamento de Catalunya

He superado un cáncer de mama que tardaron casi un año en detectarme y que me hizo metástasis en el esternón, la clavícula y el hígado. ¿Por qué no se destinan más recursos a los hospitales con el fin de garantizar diagnósticos tempranos?

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Me llamo Jessica y vivo en Catalunya. En junio de 2012 me noté un bultito en el pecho. Llamé al ginecólogo y cuando me visitó, apuntó que se podía tratar de un bulto de grasa. En este sentido, consideró que no había que preocuparse. Aun así insistí y conseguí que me programaran una ecografía mamaria, pero me la programaron para noviembre; cinco meses más tarde. Cuando me la hicieron, me informaron que no habían detectado nada que fuera anómalo y me programaron otra visita después de seis meses. En enero de 2013 me percaté de que el bulto había crecido mucho y me empezó a doler la axila. Llamé al ginecólogo y me dio cita para después de un mes. Finalmente, decidí acudir a urgencias en el hospital porque cada vez me dolía más la axila y estaba asustada. En urgencias me dijeron que como tenía una ecografía programada para febrero, ya lo dejábamos así. Me recetaron una crema porque consideraron que se podía tratar de un tema hormonal y no fue hasta el 7 de febrero que volví al hospital.

Cuando me hicieron la segunda ecografía mamaria, el ecógrafo, solo verme, me preguntó cuando tiempo hacía que tenía síntomas. Era la misma persona que me hizo la anterior ecografía. Yo ya percibí que algo estaba mal. Me hicieron una punción al momento y también una mamografía. Al día siguiente me llamaron y me informaron de que tenía cita en oncología. Allí, se reunieron diferentes profesionales sanitarios que me trataron. Me informaron de que tenía cáncer y que tenían que mirar de qué tipo era. Me programaron un seguido de pruebas y me ofrecieron la posibilidad de, o bien fecundar óvulos con mi marido y congelarlos o la posibilidad de extraerme el ovario, ya que debido a los tratamientos existe la posibilidad de quedarse infértil. En una semana me extrajeron el ovario y empecé a recibir quimioterapia. El tratamiento funcionó muy bien y el bulto desapareció. Después de esto me hicieron una doble mastectomía por prevención y me quitaron los ganglios del lado izquierdo y, finalmente, me dieron radioterapia. Cuando fui a la primera revisión de control, después de unos pocos meses, me informaron de que había hecho metástasis; la enfermedad se había extendido al esternón y a la clavícula y tuve que volver a empezar a tratarme.

Me dieron otro tratamiento de quimioterapia, más duro que el primero, y después radioterapia. Cuando terminé, antes de programar la primera visita rutinaria, me hicieron un TAC para ver como había quedado todo y me informaron de que ahora, el cáncer se había hecho hepático; se había extendido en el hígado, que estaba muy pegado a la vesícula y que no era operable. De nuevo me sometí a un tratamiento de quimioterapia. No sabían qué tipo de quimioterapia darme porque mi tipología de cáncer de mama no coincidía con ninguna de las conocidas, pero el tratamiento funcionó. En septiembre de 2016 los médicos se percataron de que mi médula ósea no estaba funcionando como debía; no generaba las defensas necesarias. Pero de manera inexplicable, cuando me hicieron la siguiente revisión a la de la noticia en cuestión, salió que estaba limpia de enfermedad. Se aseguraron haciéndome más pruebas y se confirmó.

Después de todo el proceso de enfermedad me he tenido que someter a varias intervenciones quirúrgicas debido a los efectos de los tratamientos que recibí. En estos momentos estoy pendiente de que me den cita para someterme a una operación que consistirá en sacar grasa del abdomen para ponérmela en el pecho y así igualarlo con el otro. Además, cada cuatro meses me hacen un TAC y una resonancia. Ya me informaron de que mi enfermedad es crónica y me han dado la invalidez absoluta; acababa de cumplir 29 años cuando me diagnosticaron.

Con mi caso como ejemplo, quiero que las instituciones sean conscientes de la lentitud de los trámites hospitalarios, que deberían ser siempre rápidos o muy rápidos, y del peligro que los mismos suponen sobre las personas afectadas. A lo mejor, si la primera vez que me visitaron en 2012 los médicos hubieran tenido la posibilidad de indagar en mi caso, me habrían detectado el cáncer a tiempo para evitar la metástasis y la enfermedad crónica. En este sentido, me dirijo a los políticos del Parlament de Catalunya para que me respondan a la pregunta concreta: ¿Por qué no se destinan más recursos económicos y humanos a los hospitales con el fin de garantizar diagnósticos tempranos?

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