Pregunta para Congreso de los diputados
Que en pleno siglo XXI te maten por ser gay, aparte de absurdo y estúpido, demuestra todo el trabajo que queda por hacer en nuestra sociedad, sobre todo desde el campo de la educación. ¿Qué está fallando?
* Ilustración cedida por Luiso García
Me llamo Jonathan Cabañas, vivo en un pequeño pueblo de la provincia de Badajoz y soy escritor, activista y emprendedor social.
Soy una persona a la que le gusta ayudar en todo lo que puede. Por ello y como ser humano, ante todo, y homosexual, dado el aumento de agresiones a personas LGTBIQ+ que se están produciendo en los últimos tiempos, me gustaría centrarme en ello.
La LGTBIQfobia no es ignorancia, como muchas personas dicen, es odio y en España aún está fuerte. La más mínima prueba de ello es el peligro que muchas parejas corren al demostrarse cualquier tipo de afecto en público. En España el simple hecho de ir de la mano con tu pareja, para las personas LGTBIQ+ es toda una actividad de riesgo; al igual que el ser ellos mismos. Es muy triste, pero, desgraciadamente, esta es nuestra realidad.
Hemos alcanzado muchos de nuestros derechos, pero no hemos conseguido el respeto, la inclusión y, mucho menos, la seguridad que merecemos. Que en pleno siglo XXI te agredan o maten por ser gay, demuestra sobre todo, la mala educación que hemos recibido y estamos recibiendo. Demuestra el mal estado de salud de nuestra sociedad. Es terrorífico saber que muchos de los agresores de personas LGTBIQ+ suelen ser jóvenes nacidos y criados en una época “más abierta y tolerante” con la libertad afectivo-sexual.
Si falla la educación, falla la sociedad y su futuro.
El actual sistema y modelo educativo hace aguas por todas partes. Tenemos una educación dejada, perezona e irresponsable, casi inexistente. Una educación falta de valores, que no va más allá de los centros, cerrada y alejada de la realidad.
La pérdida de séptimo y octavo de EGB fue un tremendo error y un ejemplo del empeoramiento de nuestra educación. El agrupar en el patio del instituto a niños/as de 11 o 12 años con jóvenes de 18 o 19 años, provoca que estos aprendan ciertas cosas impropias para su edad, rompiendo así su infancia y perjudicando su educación. El considerar “adultos” al alumnado de sexto de primaria por pasar al instituto, o mejor dicho, por dejadez y pereza de padres/madres y de gran parte del profesorado a la hora de educarlo, no hace más que agravar esta situación.
A todo esto se suma el sesgado, distorsionado y contradictorio contenido educativo que se imparte en nuestros centros. Por un lado, no sirve de nada dar charlas y más charlas sobre igualdad o diversidad, si mantenemos la religión, en este caso la cristiana, una creencia, como asignatura; especialmente cuando esta defiende lo contrario a predicado en dichas charlas. Por otro lado, tampoco ayuda el que no se hable, no se de a conocer y no se visibilice a personajes ilustres de la historia que eran mujeres o personas LGTBIQ+. Referentes que, aunque a muchos no les guste, existieron y deben conocerse.
Otro de los grandes problemas al que tenemos que hacer frente es el acoso escolar. El acoso a lo diferente siempre ha existido y lo seguirá haciendo si no lo erradicamos desde los centros, desde temprana edad. La actual asignatura de educación física, para mí, clave de bóveda de todo este asunto, no ha hecho más que agravar este problema. La educación física es la verdadera educación para la ciudadanía y no la estamos potenciando. Necesitamos una educación física inclusiva, respetuosa y que fomente la cooperación y convivencia.
Pero esto no lo es todo, la irresponsabilidad de algunos de nuestros políticos, fomentando el odio y la violencia desde la calle, los medios y las instituciones, son junto a esta mala educación el combustible perfecto de todas estas agresiones, de toda esta violencia.
El odio es un virus igual o más mortal que la COVID-19, se expande más que ella y su vacuna es la educación.
Amigos/as si no cambiamos nuestro actual sistema y modelo educativo, nunca acabaremos del todo con las desigualdades, la discriminación, el machismo, las agresiones LGTBIQ+ y otras violencias que sufrimos. Por todo ello, me dirijo a los miembros del Congreso de los Diputados para que sean conscientes de esta problemática y tomen las medidas pertinentes al respecto.